Sociedad en reconstrucción
Ganador del Oscar extranjero, el filme de Farhadi plantea una crisis que va más allá de lo individual.
La película que ganó el domingo el Oscar como mejor filme hablado en idioma extranjero, tal vez le deba algo a Donald Trump y sus medidas antiinmigratorias, pero tiene suficientes valores propios como para haber llegado hasta donde la Academia de Hollywood la ubicó.
Asghar Farhadi es dentro de los nuevos directores iraníes, uno que gusta del realismo, pero del realismo psicológico. Un hombre que construye sus historias al detalle, que hace que A lleve a B, y que B plantee más inquietudes que las que uno vislumbraba en A.
Si en La separación, donde demostraba un enorme poder de observación, se centraba en una disputa que se alejaba de lo doméstico para focalizar, indagar qué pasaba en los corazones de la pareja, en El viajante retoma la relación, pero cambia el marco.
La película abre con Amed (Shahab Hosseini, mejor actor en Cannes 2016) y Rana (Taraneh Alidoosti), que deben abandonar un edificio en ruinas, en peligro de derrumbe. Eufemismos al margen, difícil conseguir alquiler en Teherán para una pareja en la que él es profesor de literatura y ella ama de casa. Pero dan con un departamento, en el que la antigua inquilina dejó varias de sus pertenecías. Podría, o no, ser una prostituta.
Una noche, Rana es atacada en la ducha antes de que Amed llegue al departamento. Lo que sigue es el silencio de la mujer ante el asombro de Amed, que quiere dar con el atacante, no comprende el encierro de Rana, que está asustada, e irá siguiendo pistas para dar con quien cree fue el intruso esa noche.
El viajante -que debe su título a La muerte de un viajante, la obra de Arthur Miller, que la pareja representa en una producción casi amateur- tiene un punto en común con La sospecha, de Gilles Villeneuve, en la que el personaje de Hugh Jackman descubría a quien había atentado contra su hija. Cuando Emad descubra al responsable, ¿qué hará?
El viajante es un drama, que explora la intimidad de la pareja, pero también la decadencia social, y por momentos se sigue con el suspenso de un thriller.
Es un filme tenso, que a medida que avance, irá cambiando el sentimiento del espectador ante los personajes. Es devastador en el sentido que, aquí sí, el derrumbe del departamento juega con lo que llevan dentro los protagonistas.
Historia dolorosa, de crimen y busca de venganza y castigo, en el que el espíritu de Willy Loman hará su parte, la película trata sobre el honor, sobre un hombre que siente su virilidad puesta en juicio, sobre la confianza, sobre una sociedad patriarcal en la que las mujeres parecen sometidas.
Toda esa tensión acumulada desemboca en un final en el que cada espectador sabrá qué es lo que ve, o lo que decide entender, y con quién se siente identificado. Hay algo que implosiona y que se esparce, recubre la totalidad del filme. Gran película.