El viajante

Crítica de Santiago Balestra - Alta Peli

Un eficiente thriller sobre gente común.

El Cine Iraní habitualmente se distingue por un constante uso de simbolismos y un ritmo bastante cansino. Estas distinciones la han hecho por un lado, el objeto de afecto de una selecta comunidad de cinéfilos, y por el otro, el blanco de las burlas para definir lo que es un cine “aburrido”. Entonces llegan cineastas como Ashgar Farhadi para patear el tablero, contando historias autóctonas pero con ribetes universales, valiéndose de un minucioso clasicismo y un uso fluido del ritmo. El Viajante es otro de sus aportes.

La impotencia más allá del escenario:
Emad y Ranaa son una pareja que interpreta la obra Muerte de un Viajante de Arthur Miller, pero una noche se ven obligados a evacuar su edificio por estar cayéndose a pedazos. Ante esto, un compañero del reparto les ofrece un departamento de su propiedad. Lo que no les revela es que la inquilina que habitaba previamente el departamento era una prostituta que desempeñaba su labor en dicho inmueble. Esto sería un dato al pasar si no fuera porque un hombre irrumpe en la vivienda y golpea brutalmente a Ranaa, creyendo que se trata de la prostituta en cuestión. A partir de acá, Emad comenzará una búsqueda frenética del perpetrador que podría costarle todo, incluso su matrimonio.

Si hay algo que hay que destacar del guion de El Viajante es que mantiene un balance equitativo entre la pesquisa investigadora del protagonista, y la historia más intimista, que tiene como motor el descenso del mismo al lado mas oscuro de su psiquis, sumado a las repercusiones psicológico-emocionales padecidas por su esposa.

Se vale de la intriga cuasi policial para mantenernos curiosos por si se descubrirá la identidad del golpeador, pero una vez que nos tiene enganchados, el guion nos adentra en la alienación de esta pareja, que es la historia, el tema, que el realizador verdaderamente está interesado en contar.

Si bien hay escenas que denotan una clara idiosincrasia ética de su país de origen, estas no son abusivas, durando lo justo y necesario sin arriesgar a alejar al espectador de los aspectos más universales que posee la historia.

En un cine que se desataca por su excesivo uso de simbolismos, es aplaudible que el director y guionista, Ashgar Farhadi, se haya valido de uno solo, constante y potente a lo largo de la película; es decir, elegir a Muerte de un Viajante, como la obra que actúan los protagonistas, dado a que la impotencia que padece Emad a lo largo de la película no está muy alejada de la que siente Willy Loman en aquella obra.

En el aspecto actoral la pareja protagonista entrega un muy sentido trabajo, haciendo muy creíble a la pareja que conforman. No obstante, a quien destaco es a Shahab Hosseini, que entrega un amplio abanico de emociones desde la primer hasta la última escena. Es dueño de una gran sensibilidad y sutileza, haciendo natural la transición de la emoción más inocua a la más iracunda. Por el costado técnico tenemos una lúcida fotografía basada en la cámara en mano y el uso de los contrastes, apoyada por un montaje que le lleva el apunte al lucimiento actoral.

Conclusión:
El Viajante consigue escapar a los estereotipos del cine iraní de la mejor manera: con una narración clara, directa, y fundada en las emociones de un afilado reparto.