Travesía larga, pero carente de emoción
Una historia real llevada a la ficción
Entre lo documental y lo ficcional, el director Francis Estrada se propuso con El viaje de Avelino trazar una historia en la que la pobreza y la falta de recursos para solucionar los más elementales problemas cotidianos se conviertan en el eje.
Se trata de la historia de un hombre que vive con su esposa y con sus hijos en un casi desértico paraje de Río Grande, donde cría corderos y gallinas, y realiza sus habituales tareas dentro de un mutismo que sólo rompen los simples diálogos que mantiene con su mujer.
Pero un día, Nely, una de sus hijas, enferma gravemente, y Avelino decide llevarla, a lomo de mula y envuelta en deshilachados abrigos, hasta el pueblo más cercano donde hay médicos y hospital.
El novel realizador procuró dotar a esta historia (si historia puede llamarse a ese interminable viaje entre montañas y caminos desérticos) de calidez, pero su propuesta cae en una total monotonía, ya que una cámara manejada con algunos aciertos en el enfoque de la geografía del lugar no se preocupó demasiado en aligerar este largo viaje.
Así, las buenas intenciones del director tropiezan con un guión carente de emotividad que sólo refleja las desventuras de su protagonista en medio de la nada. Así, el film se convierte en pantallazos sin solidez dramática ni interés como documento humano. Si algo puede rescatarse de esta película es una buena fotografía que refleja todo ese panorama que deben recorrer Avelino y su hija.