Contra viento y arena
Tranquilamente podría haberse tratado de un film de Carlos Sorín que formara parte de sus Historias mínimas, pero en vez de tener como escenario geográfico a la fría Patagonia la acción se trasladase a la aridez y sequedad del Norte Argentino. Si bien al zambullirse en el relato uno puede encontrar puntos de contacto entre este realizador con Francis Estrada es justo reconocer ciertas características propias y un acentuado minimalismo que lo alejan del director de El perro.
A fuerza de austeridad y con el movimiento justo de la cámara, para dejar que la travesía fluya y se convierta en el núcleo narrativo de esta historia, se puede destacar de esta propuesta la carencia absoluta de especulación emocional y la tentación de dejarse arrastrar por el dramatismo de lo que se está contando.
Basado en un hecho real, el realizador Francis Estrada reconstruye ficcionalmente la travesía que debió realizar el propio Avelino para salvarle la vida a su pequeña hija al no contar con ningún hospital cercano a su rancho ubicado en la punta de un cerro en la localidad de Tetón, Catamarca.
A partir de esta anécdota, Estrada plantea un cuadro de situación que hace blanco en un sector de la sociedad argentina -muy poco visitado por el cine- donde quedan expuestas la perversidad de un Estado ausente que solamente habla de federalismo y de igualdad de oportunidades con motivo de campañas políticas o discursos huecos para dejar contentos a miles de excluidos sociales que como Avelino habitan cada rincón de la República Argentina.
Un film de neto corte naturalista donde la naturaleza presenta su faz más cruda y el paisaje se vuelve un verdadero obstáculo para llegar a destino. Una mirada profunda sobre la voluntad humana cuando las carencias de todo tipo se acumulan igual que la arena llevada por el viento.