Es una película muy personal de Adam McKay, que lo recordamos por como trató el tema de la burbuja inmobiliaria en EEUU, en “La gran apuesta” (“The big short”). Un realizador que primero se afianzo como director de piso de “Saturday night live, luego en comedia y que ahora, con su estilo de humor negro, compromiso, extrañamiento, ofrece una mirada sobre un político, clave en la historia reciente de EEUU, desde una mirada que en su país se llama “radical” o simplemente “demócrata” de un hombre que durante 40 años y desde el partido republicano, manejo momentos decisivos del mundo. Un personaje al que muestra oscuro, rayano con la tontería, borracho, expulsado de Yale, dos veces preso, pero que su esposa – personaje fundamental, mirada como una “Lady Macbeth”- pone en su rumbo e impulsa. Fuera de EEUU donde esta destinada a la polémica según la ideología, resulta muy atractivo ese estilo zumbón, con recursos graciosos y hasta antiguos para evitar el constante dedo acusador y la monotonía, y una verdadera clase de “acumulación” de poder, siempre en los límites, de lo que marca la constitución. Se lo muestra impiadoso, aún con su familia, cuando se trata de conseguir sus objetivos y los de sus descendientes, responsable o aprovechador del atentado de las torres, supuesto creativo de la excusa de “las armas de destrucción masiva”, creador de un verdadero gobierno paralelo al presidente George Bush, pintado como un patético muñeco irresponsable. Por momentos se exagera, en otros llega casi al hastío pero mantiene constantemente la atención del espectador. Lo mejor de la película, esta nominado el film y su director para el Oscar 2019, es sin dudas el trabajo de Christian Bale, seguro ganador de la estatuilla. El director y guionista trabajó pensando en el. Es tal el compromiso del actor, su estudio obsesivo de videos, la transformación de su cuerpo –engordó 20 kilos- el uso de prótesis y maquillaje, pero por sobre todo la comprensión cabal de la mirada del ex vicepresidente, que su trabajo apabulla. Bale “desaparece” en su creación por eso este será su año, ya acumulo varias distinciones. Amy Adams, también nominada, esta muy bien como esa esposa, verdadero motor de la carrera de su marido, en tiempos en que las mujeres no podían sobresalir en política. Steve Carell y Sam Rockwell (otro con probabilidades al Oscar) comienzan caricaturescos pero se afianzan en buenos trabajos. Una sátira política, con estocadas precisas para, según su director, entender como llegamos al presente.