Adam McKay, guionista y director ganador del Óscar a mejor guión con su anterior film La gran apuesta -2016-, repite varios de los hallazgos narrativos y formales presentes en aquel film donde se atrevía a exponer con originalidad y espíritu incisivo las claves del derrumbe del sistema financiero a través de aquellos que vieron las grietas y sacaron partido del desastre.
En este nuevo film propone un biopic sobre el exvicepresidente Dick Cheney, desde que era un borracho trabajador de una compañía eléctrica en la Wyoming rural y su sigiloso ascenso hasta su vicepresidencia en la administración de George W. Bush -retratado como un pobre imbécil manipulable y acomplejado por la figura de su padre-, donde explotó las lagunas constitucionales para otorgarse legalmente un poder ilimitado convirtiéndose prácticamente en presidente de facto de los Estados Unidos y uno de los personajes más influyentes y siniestros de la política norteamericana contemporánea.
Con un estilo narrativo y montaje muy particular, que por momentos recuerda a los documentales de Michael Moore, el director Adam McKay integra el sarcasmo y la ironía en un contexto severo y dramático, para contar con un claro enfoque político anti-republicano y cierta manipulación la escalada al poder de este poderoso maestro de títeres y sus desalmados colegas, demostrando un ejemplo mas de como el consenso político se alcanza mediante propaganda, manipulación y desinformación.
Si bien al principio de la película ya se nos dice que está basada en una historia real, y efectivamente algunos de los sucesos narrados son auténticos, McKay juega hábilmente con el espectador en un relato que acumula recursos de distintos géneros y hasta formatos, insert que acuden al simbolismo, unos falsos títulos de crédito a mitad del metraje y un misterioso narrador -Jesse Plemons-, cuya relación con Cheney no se nos aclara hasta el final. Aunque por momentos se extiende demasiado con reiterados insert que en su primeras apariciones funcionan como interesante metáfora, pero luego solo agregan metraje innecesario.
Al acertado estilo narrativo se suma el gran elenco encabezado por Christian Bale, en otra nueva demostración de sus transformaciones físicas, metiéndose en la piel de ese reservado y dicotómico personaje que se desdobla en el entregado padre de familia y el maestro titiritero de la política. Guiado por su formidable, leal y ambiciosa esposa Lynne -Amy Adams-; Steve Carell, como el simpático pero duro Donald Rumsfeld, y el ganador del Óscar Sam Rockwell, como el maleable George W. Bush.
Con ironía, buen ritmo y estilo El Vicepresidente se asoma a la trastienda del poder y su lado más oscuro hipócrita, frívolo e interesado, poniendo sobre la mesa los juegos de poder de Cheney con las compañías petrolíferas, sus intereses a la hora de iniciar la Guerra de Irak y Afganistán, entre otros, y resaltando los aspectos oscuros de la estrategia imperialista estadounidense, en un entretenido biopic sobre un personaje del que poco se conocía.