La historia de un vicepresidente no suena atractiva, es una figura generalmente relegada en la política, casi de adorno. Este no es el caso. Vice retrata la vida de Dick Cheney, el hombre que manejó el país más poderoso del planeta durante la presidencia de George W. Bush y cuyas decisiones afectan al mundo hasta hoy. Una película que tranquilamente podría haber sido drama pero que se narra en tono de comedia y es una de las mejores historias que se hicieron en 2018.
Escrita y dirigida por Adam McKay, Vice es una mirada cargada de humor negro y sobre todo crítica, de la vida de uno de los hombres que más poder tuvo en Estados Unidos. Desde sus inicios en Wyoming, su llegada a la Casa Blanca y su vínculo con Donald Rumsfeld (Steve Carell) mentor y amigo que lo acompañó hasta la vicepresidencia. La película astutamente narra la vida de Cheney a través de la comedia. No sorprende porque McKay es conocido por este género. Esta vez más cerca de The Big Short que de Anchorman, pero corrigiendo aquellas cosas que hicieron que la película de la crisis financiera de 2008 no fuera fácil de seguir. Aquí, cada uno de los temas de los que se hablan se entienden. Vuelve a recurrir al uso de un narrador, este papel está a cargo de Kurt (Jesse Plemons), un hombre común y corriente que va contando la vida del político y explicando lo que pasa sin caer en la sobreexposición o en obviedades.
Christian Bale personifica al vicepresidente en otra de sus estelares actuaciones, que le valió varias nominaciones y premios más que merecidos. Pero la transformación física no es lo que la hace remarcable: cada mirada y cada gesto significan algo, la entonación de su personaje es casi tan importante como las líneas. Amy Adams encarna a Lynnne Cheney, la esposa. Una mujer ambiciosa que lo acompañó en cada etapa de su carrera y apoyo e instigó varias de las ideas que cómo vicepresidente implementaría. Decir que la interpretación de Adamas es impecable es casi una obviedad porque hace años que cada actuación de ella es merecedora de nominaciones, pero para la función de esta crítica no está mal repetirlo. La química entre ambos es única y juntos personifican a una pareja protagonista tanto hipnótica como cruel.
La película en ningún momento intenta esconder su posicionamiento ni lavarse las manos. Parte de una premisa clara: Cheney es un político nefasto. Pero esto, en lugar de ser una desventaja es uno de los mayores fuertes de la película, al ser una biopic que toma posición ideológica, puede apoyarse en esto para fortalecer tanto los chistes como los pocos momentos dramáticos -generalmente mostrados a través de imágenes documentales-. Este posicionamiento también se ve en el personaje de George W. Bush, interpretado por un brillante Sam Rockwell. Un hombre de pocas luces, fácilmente influenciable, un mal político que entregó casi todas las funciones de su cargo a su vicepresidente y luego no supo lidiar con las consecuencias. Y para hacer este tipo de papel, nadie mejor que Rockwell, desde el acento hasta la mirada, su personificación del presidente estadounidense es genial.
Vice no es sólo una comedia o una gran película, es una crítica directa a la sociedad estadounidense en su conjunto. Al gobierno y a la guerra fabricada para el beneficio de algunas empresas. Momentos que estremecen seguidos inmediatamente por chistes, la película cuenta con uno de los mejores guiones que nos dejó el año pasado y es, sin duda alguna, un film que merece ser visto.