El predicador Zemeckis
Luego de 12 años de estar alejado del cine de carne y hueso, años que dedicó a producir algunas películas y a dirigir una trilogía animada que no conformó a nadie (El Expreso Polar, Beowulf y Los Fantasmas de Scrooge), volvió Robert Zemeckis a la dirección de películas no animadas.
El Vuelo (Flight) es la película elegida para este esperado y demorado regreso. Esperado regreso potenciado por la historia de este director, que antes de este último tenía solo 12 largometrajes de ficción no animados (al menos no 100% animados), entre los que se cuentan varios nuevos clásicos como la trilogía de Volver al Futuro (Back to the Future I, II y III), Quién engañó a Roger Rabbit (Who Framed Roger Rabbit), Forrest Gump y El Náufrago (Cast Away).
El resultado es una película dispar. Cuenta la historia de Whip Whitaker (Denzel Washington), un piloto de avión que bajo los efectos del alcohol y las drogas, logra maniobrar el avión que conducía salvándole la vida a 96 personas. El problema es que mueren 6, y que más allá de que los estupefacientes no parecen haber influido en el accidente, el piloto será investigado por la justicia para esclarecer el hecho.
En los aspectos formales la película parece funcionar de maravilla. Por más que se haya alejado un tiempo Zemeckis sabe lo que hace, y sabe como contar una historia. Ahora, en otro aspecto la película molesta y mucho. Hay un tratamiento algo obsceno de la religión y la fe que me desconcertó un poco. En todo momento esperé que esa catarata de simbologías religiosas desemboque en una ironía que nunca llegó. Ojo, no importa qué religión sea, lo importante es la fé... pff. La película se torna tremendamente aleccionadora con un final casi ejemplificante.
Aunque cerca del final la película parece querer cambiar de rumbo en lo que representa el mejor momento del film. Aquel en el que el personaje de Washington tiene la recaída final, que parece el momento más dramático de la película, con un primer plano de una botella de vodka de minibar, como el gran villano. En ese instante, cuando la película se termina de transformar en una propaganda, el drama se resuelve con una escena humorística protagonizada por John Goodman que nos saca de lugar y nos permite reírnos de todo lo que estábamos viendo. Ese simple momento le da aire a una película a la que no le quedaba aliento. Lamentablemente esa escena es solo una escena y la película cierra como un libro de autoayuda.
El Vuelo es una película que no termina de caerme bien, pero que no me cae del todo mal. Un poco menos de Paulo Coelho le habría venido bien, muy bien.