Whip Whitaker (Denzel Washington) ha pasado una noche de alcohol, sexo y drogas con su pareja Katerina Marquez (Nadine Velazquez). Tratándose de sobreponerse a la resaca y con los trucos que le ha dado el entrenamiento en esconder sus problemas con las adicciones, emprende el rumbo a su trabajo, previa discusión con su ex y habiendo lidiado con el despertador.
En la próxima escena, y con el atuendo que lo caracteriza, sabremos que él es un piloto con rango de Capitán y ella es una azafata de la misma aerolínea, amantes y compañeros de trabajo.
Lo que parece ser un simple vuelo de rutina, comienza a experimentar diversos problemas. A las turbulencias iniciales, se suma posteriormente una serie de fallos mecánicos que hacen que literalmente el avión comience a ir en picada y quede totalmente descontrolada la parte que en el tablero, corresponde al co-piloto. Whitaker, experimentado, diestro, con una habilidad singular, decide hacer una maniobra sumamente personal, arriesgada, peligrosa, pero que a su juicio será la única para enderezar el avión y lograr aterrizar en un campo abierto.
El resultado obtenido es más que positivo, allí donde cualquier piloto se hubiese estrellado en cuestión de minutos, Whip ha aterrizado de manera segura aún cuando el golpe provocado por ese aterrizaje hace que se despierte en la habitación de un hospital en donde se le informa que (sólo) seis personas han muerto, dos de ellas pertenecientes a la tripulación.
Hasta aquí Whip es un héroe y su maniobra ha salvado muchas vidas. Es indudable que nadie lo podría haber hecho como él.
Pero como una tremenda contracara, los análisis arrojan toda la verdad. Whip había consumido alcohol, drogas y tiene un serio problema de adicciones. Se plantea intrínsecamente una pregunta: Héroe o demonio?
Sobre esta premisa, el guión de John Gatins nominado al Oscar, profundiza en el infierno personal del adicto. La autodestrucción que va erosionando paulatinamente al protagonista y su imposibilidad de reconocer que está frente a un serio problema, hace que "El vuelo" no se quede en la superficie sino que empiece a bucear en los pliegues de un personaje continuamente ambivalente. Desde la brillantez de efectuar impecablemente su trabajo, hasta la soberbia y la impunidad con la que se maneja, su falta de límites y su constante caída cada vez más bajo aún a riesgo de perder todo.
Esa mirada sobre el protagonista es justamente lo que hace que "El vuelo" salga del mecanismo convencional de una película de accidentes aéreos o mismo de estrados judiciales, para entrometerse en el terreno personal, llegar a las profundidades de este Whip tan rico en matices. Y lo hace acompañándolo de notables personajes secundarios: Nicole (la bella Kelly Reilly de "Las muñecas Rusas" y "Sherlock Holmes") a quien conoce en el hospital y es con quien tendrá una situación amorosa atravesada por las adicciones de ambos y la búsqueda diferente que emprende cada uno para poder salir del problema, su abogado (Don Cheadle), un dealer "amigo" (pequeña y genial intervención de John Goodman) y Tamara Tunie como una de las azafatas que presenció su maniobra y se salvó en el accidente (soberbia en su contradicción en la escena del funeral).
Zemekis maneja majestuosamente las escenas de acción tanto en los momentos de las turbulencias como la del aterrizaje forzoso, impregnándolas de nervio y realismo. También acierta en la construcción del personaje central, sus momentos más íntimos y el dueto que forma con Denzel Washington es notable, logrando una sintonía en algunos simples gestos, captados en unos primeros planos profundos y develadores de los quiebres que el personaje central se niega a exteriorizar.
La dualidad que maneja el guión, dejando entrever el costado heroico sin olvidar todo lo que esconde la superficie, es otro de los puntos a favor del film.
Ante un inicio sumamente eléctrico, se contrapone inteligentemente un momento más calmo del film en donde el personaje comienza a atravesar el infierno personal mientras se va desarrollando la etapa judicial.
Si bien este proceso judicial es momento muy esperado dentro del film, porque será en donde se decida el destino del personaje, las escenas del juicio son breves y contundentes, sin mayor extensión ni detalles del proceso.
Allí, en el estrado es cuando se logra una síntesis perfecta del proceso que ha recorrido nuestro personaje, nuestro héroe-antihéroe.
Pero Zemekis junto con el guionista deciden en una especie de epílogo del film, no solamente agregar más minutos a un metraje de por sí extenso (138 minutos en su totalidad) sino que además se vuelca hacia el lugar más común del cine americano.
Detrás del uniforme y los anteojos negros, hay otro Whip
Contraponiéndose a la oscuridad del personaje central, en este epílogo innecesario, Gatins elige echar mano al monólogo, a la sentencia discursiva y aleccionadora para darle un cierre completamente fuera de tono con el resto del film y perdiendo la credibilidad y la fuerza con la que el guión había trabajado a Whip (y que Denzel Washington logra magnificar en cada oportunidad de mostrar tanto la miseria, la vulnerabilidad como la soberbia que habita en él).
Un tic complaciente y tranquilizador, para una película que había ganado terreno justamente en manejarse segura en cualquiera de los dos carriles.
Angel y demonio, héroe desbordado y tremendamente frágil, Zemeckis y su guionista prefieren sobre el final, darle un giro, una pequeña vuelta de tuerca que empaña lo que habían construido anteriormente.
De todos modos, un enorme trabajo de Washington, excelentes secundarios y una mano diestra para manejar los momentos más impactantes del film, hacen que "El vuelo" sea un producto sólido e interesante, bien construido, sobresaliendo con recursos nobles y con un relato atrapante.
Y sin los últimos diez minutos, hubiese sido brillante.