El vuelo

Crítica de Natalia Trzenko - La Nación

Si es posible disfrutar de una película y al mismo tiempo sentirse desconcertado por su desarrollo, entonces El vuelo, de Robert Zemeckis, sea tal vez uno de los films más sorprendentes y sí, también disfrutables, que haya salido de Hollywood en los últimos tiempos. Con algo de film catástrofe de esos que ya no se producen, bastante de drama intimista y una pizca de intriga judicial, esta película tiene un tono tan cambiante como los ánimos de su personaje central, el piloto Whip Whitaker, que interpreta Denzel Washington. En un viaje directo al lado oscuro de la condición humana, el actor -nominado al Oscar por este papel- se anima a encarnar a uno de los protagonistas más crudos, complejos y humanos de sus últimos años de carrera. Si en Gángster americano y Día de entrenamiento Washington demostró que no temía encarar al villano de la historia y que su talento y su presencia escénica podían superar la antipatía de sus personajes, aquí se atreve a mucho más. Porque este piloto capaz de maniobrar exitosamente un avión a punto de estrellarse (una escena con virtuosa dirección que Zemeckis resuelve en el prólogo del relato), también es un hombre repleto de conflictos, un irresponsable y un alcohólico que va por la vida con una liviandad que destroza a los que se cruzan en su camino. Así, después de la pública tragedia aérea comenzará el calvario, privado primero y bastante público después, del piloto que se aferra a la convicción de que está del lado de los buenos, aunque no tenga forma de probarlo.

SI TE DICEN QUE CAÍ

En su espiral descendente, Whip ( interpretado por Washington con tanta sutileza y humanidad que por momentos resulta incómoda de ver), se cruzará en el camino de Nicole (Kelly Reilly), una adicta a las drogas en un camino tan autodestructivo como el suyo, aunque con una conciencia de su enfermedad de la que el omnipotente piloto carece. Así, si algo le faltaba a este film del director de Náufrago era el elemento romántico, que aporta la presencia del personaje que interpreta la actriz británica. Claro que el guión de John Gatins, nominado al Oscar, nunca pierde de vista que antes que una historia de amor, ésta es una tragedia humana, de vidas partidas por conflictos emocionales y adicciones.

Aun cuando el inocultable carisma de Washington consiga generar empatía por un personaje que en manos de otro actor sería irredimible, lo cierto es que la película no se desvía de su objetivo: mostrar la caída de un hombre habituado a vivir al borde del abismo. Claro que en el desarrollo del relato, Zemeckis no transita el camino más directo sino que opta por tomar desvíos que obligan al espectador a cuestionar sus propias reacciones ante lo que está viendo. Así, cuando todo se vuelve demasiado denso, aparece el amigo de aventuras tóxicas del piloto, un personaje que John Goodman dota de un humor que en principio parece ir a contrapelo de lo que se está contando. Sin embargo, será cuando lleguen los tramos finales del relato que la irreverencia del amigo fiel demuestre su funcionalidad en la tragedia de Whip.

Todo indica que luego de una docena de años dedicado a films realizados gracias a los avances de la animación digital -El expreso polar, Beowulf y Cuento de navidad-, Zemeckis decidió que si tenía que volver a poner a actores en pantalla lo iba a hacer con los protagonistas más dolorosamente humanos que pudiera encontrar. Tarea cumplida.