Un viaje de ida y vuelta
La metáfora se impone: el vuelo despega muy bien. Suena el despertador, después el teléfono. "Látigo" Whitaker atiende para discutir con su ex mujer mientras Katerina, completamente desnuda, busca su ropa interior. El desnudo es frontal y la cámara sigue el movimiento del cuerpo en el reducido espacio de la habitación sin cambiar de ángulo. Extraña decisión de puesta en escena.
"Látigo" es un experimentado comandante de una línea aérea; Katerina, una de las azafatas. La relación que tienen va más allá de encamarse en un hotel de aeropuerto. Tal vez se aman y comparten un amor ilimitado por el alcohol. Tras una noche de sexo y esplendor etílico, antes de alistarse para un nuevo vuelo, nivelarán la resaca con unas líneas de cocaína.
Es un día lluvioso. Después de un despegue complicado por la tormenta, Whitaker y su tripulación parecen haber conquistado la normalidad. Los pasajeros aplauden. Pero la suerte no está del todo a su favor (o los designios de Dios son demasiado misteriosos) y el avión perderá estabilidad y se irá a pique. La secuencia no es menos que alucinante, y una vez más la metáfora es precisa aunque paradójica: la película sigue levantando vuelo. Gracias a la pericia de "Látigo", la tragedia será menor: seis víctimas fatales en un vuelo de más de cien pasajeros. Un milagro dirán algunos, acaso Dios se ha convertido en piloto, pensarán otros.
Con seguridad, El vuelo no será uno de los filmes del menú de entretenimiento de los vuelos comerciales, pero es muy probable que se convierta en título obligatorio entre las asociaciones de alcohólicos anónimos. Después del gran accidente, El vuelo no será otra cosa que un drama de superación en un contexto jurídico con giros teológicos. Poco importa que quienes investigan el accidente descubran o no la alta dosis de alcohol en el organismo de Whitaker, ya que el centro dramático pasa por la redención y su secreto vínculo con la verdad.
El regreso de Zemeckis al cine de carne y hueso (después de tres películas de animación) no tiene el vuelo de Náufrago, su mejor película hasta la fecha. Whitaker es también un sobreviviente, pero la película no sobrevive al accidente. De ahí en adelante El vuelo se transforma en una demostración forzosa de las debilidades de un alcohólico. La ilustración esquemática de un vicio y sus trampas podrá ser convincente para un moralista o un terapeuta, pero insuficiente si se trata de filmar el sufrimiento de un hombre.