Dicen que uno aprende a valorar lo que tiene una vez que lo pierde. Digo esto porque yo era una de esas personas que renegaba en cierto modo del cine que apuntaba directamente al impacto visual y de escaso contenido que últimamente venía realizando Denzel Washington (sobre todo de la mano del recientemente fallecido Tony Scott, con quien realizó cuatro films). Hoy tras ver "The Flight", extraño esas películas que al menos nos brindaban dos horas de puro entretenimiento, requisito que este film no llega a cumplir del todo principalmente por su excesivo metraje de 140 minutos y que Robert Zemeckis en su regreso al cine con actores después de doce años (tiempo en el que realizó tres films de animación mediante el sistema motion capture), evidencia ciertas dificultades para darle fluidez y ritmo al relato.
Claro que no estamos ante un mal film, pero esa necesidad del director de intentar abarcar varios géneros al mismo tiempo, le resta puntos al resultado final. Por momentos tenemos un excelente ejemplo de cine catástrofe que pasa de repente al no tan convicente drama familiar, así como de una interesante sub trama romántica que se vuelca al ya tan transitado terreno del drama judicial que termina siendo uno de los puntos de menor acierto, sobre todo en su pobre resolución.
La historia, muy simple, es la del piloto de avión Whip Whitaker (Washington) y ya en la primer escena vemos cual será el principal problema que tiene y futuro detonante para el resto del relato, su adicción al alcohol y a las drogas. A horas de abordar un vuelo con un centenar de pasajeros, lo vemos despertar, beber, fumar hierbas y aspirar cocaína. Lo sabe disimular y en ese estado se siente muy capaz de volar, sabe como hacer su trabajo. Pero un desperfecto técnico provoca que pierda el control y el avión caiga en picada. En la escena mejor realizada de todo el film y no apta para cardíacos, vemos como Whip mediante una increíble (en todo sentido) maniobra logra aterrizar, salvando a casi la totalidad de los pasajeros.
Apenas llegado al hospital, una muestra de sangre revela el estado en que este piloto condujo su vuelo y dado que de las seis personas que perecieron cuatro eran pasajeros, se abre una investigación sobre si fué o no responsable de la tragedia. Mientras está internado conoce a Nicole (Kelly Reilly), adicta como él pero con la diferencia de que sí está dispuesta a rehabilitarse y comienzan una relación en el que ella tratará de ayudarlo.
Hasta bien entrado el film, la estructura se sotiene gracias a la pareja central, a la impecable, pero breve labor de John Goodman como el dealer personal de Whip y a alguna que otra escena bien lograda (como la charla que tres pacientes mantienen en las escaleras del hospital mientras fuman a escondidas). Pero cuando llega la segunda mitad y se abre la investigación a cargo de un correcto Don Cheadle, se pierde fuerza, el relato se estanca, volviéndose un denso, previsible e intentando dejar un aleccionador, forzado y discutible mensaje sobre ética y moral.
Denzel está bien, aunque ha estado mejor y no sé si esta vez se justifica su nominación al Oscar a mejor actor y sin dudas una impecable banda de sonido que incluye temas de Joe Cocker, Bill Withers, Rolling Stones, Red Hot Chilli Peppers, Marvin Gaye y John Lee Hooker, entre otros se convierte en lo mejor de un film desparejo y demasiado pretencioso, pero que no siempre cumple. Tal vez si Zemeckis hubiera apuntado intentado no volar tan alto y hubiese elegido una ruta más directa, sin dudas este vuelo hubiera llegado mucho más lejos.