Pablo Trapero continúa aquí presentando historias basadas en problemáticas sociales y, con la elegancia fotográfica que lo caracteriza, con una calidad escénica maravillosa y con un realismo que por momentos hace olvidar que estamos viendo una ficción, vuelve a demostrar que es uno de los más talentosos, interesantes y arriesgados directores argentinos de la actualidad.