El sacrificio de la vocación
"Elefante Blanco" de Pablo Trapero es una película buenísima, que interpela, que revuelve todo dentro del espectador, que nos hace reflexionar, es un muy buen producto cinematográfico basado en la vida cotidiana de los curas villeros que trabajan en nuestro país. La gran frase "Sueño con morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos" resume la lucha del Padre Julián, maravillosamente interpretado por Ricardo Darín. La idea es tan fuerte, tan inspiradora, que uno como argentino no puede no sentir tristeza por lo que sucede diariamente en nuestro país. La pobreza, la exclusión, la violencia, la drogadicción, la indiferencia, no son sensaciones... son lastimosas verdades de nuestra sociedad y es aquí donde Trapero hace su gran crítica... ¿hasta cuándo va a durar esto?. Otro reproche que se deja ver es hacia la institución de la Iglesia, un reproche encarnado en el personaje de Jeremie Renier, el padre Nicolás. En este punto creo que el director cae en el golpe casi sistemático del cine de pegarle al clero por el lado del celibato de los sacerdotes, algo que muchos no entienden y que discusión aparte, tiene su justificación que supuestamente es aceptada por los sacerdotes cuando emprenden su vocación. ¡Ojo! también ofrece muy claramente el verdadero mensaje de Amor del cristianismo, un amor que se hace carne en la piel del padre Julián que da su vida por los demás.
Es un film fuerte, muy emotivo, que por momentos avergüenza al espectador y lo revuelve, cuestión que me parece absolutamente fabulosa como experiencia cinéfila. Para aquellos que están más cerca de la realidad social de los barrios carenciados de nuestro país, las escenas no impactarán tanto e inclusive podrán advertir ciertas exageraciones como mostrar que la villa "Ciudad Oculta", una de las más grandes de Buenos Aires, sólo es asistida por tres curas, una asistente social y un voluntario. Gracias a la buena voluntad de gente solidaria (sí, todavía quedan varios), la asistencia es mayor y más organizada. Es sólo un detalle, pero no quería dejarlo pasar.
Una película para reflexionar, poner a flor de piel los sentimientos y disfrutar de buen cine hecho acá, en Argentina. La fotografía y la crudeza de ciertas escenas hace recordar a aquel par brasileño "Ciudad de Dios".
Por último quiero resaltar una boludez pero que me encanta disfrutar siempre en el cine... Ricardo Darín, sos el mejor puteador de la historia del cine argentino.