Retrato de la leyenda francesa
En un doble juego actriz/personaje Catherine Deneuve interpreta a Bettie, una mujer que emprende una travesía con su nieto por una bucólica campiña, entre situaciones y charlas.
A esta altura de su extensa trayectoria en cine, determinados films protagonizados por Catherine Deneuve rondan pura y exclusivamente alrededor de su figura. Ella se va es un descanso actoral de la diva francesa en medio de títulos de riesgo con directores de importancia. La historia narra una road-movie por la bucólica campiña, viaje decidido por Bettie, harta de atender a su madre, peleada con su hija y viviendo una frustración de pareja. La travesía la concibe con su nieto, un nene inquieto, con el que vivirá una serie de situaciones livianas en el argumento, simpáticas por la energía del púber y novedosas para el personaje central, quien aparece en todo el desarrollo de la historia. En ese sentido, la directora Emmanuelle Bercot, aplicando una cámara burocrática y a reglamento, filma el rostro de Deneuve desde todos sus ángulos, no escamoteando información alguna sobre el paso del tiempo, pero también convencida de que se pueden sostener casi dos horas de metraje fijando la atención en la figura de la actriz. Bettie tiene sus características que la conforman como un personaje particular en medio de la rutinaria historia: fuma mucho –como Deneuve–, seduce con sus recientes 70 años, tiene la posibilidad de encontrar a un hombre que respeta sus taras en la última parte del film, se pelea y reconcilia con su hija, juega y empieza a comprender a su nieto, sonríe, entrega una mueca de tristeza, otra de fastidio, alguna de malestar frente al caos familiar. ¿Es Bettie quien vive esas situaciones o se trata de Deneuve registrada como si fuera un documental que termina desplazando a una ficción convencional? Una escena de Ella se va, cerca del final, certifica las dudas. Reunida la familia en la última estación del viaje, Bettie-Deneuve conoce a un hombre, un personaje con idénticas características: cruces de miradas entre los dos, un beso, un momento íntimo, hasta que la luz del cine produce un hecho más que anecdótico. Bettie-Deneuve despierta luego de una noche de placer y la luz justa y necesaria parece reflejar el rostro de la señora burguesa, casada y prostituta diurna de Belle de jour. En el cine también puede suelen producirse semejantes milagros.