Por suerte, la que se va es Deneuve
Ella es Bettie o Catherine Deneuve, la dueña sexagenaria de un restaurante en Bretaña. Para Bettie, todo va de mal en peor. Su restaurante se encuentra al borde de la quiebra y una noche se entera por su madre -Claude Gensac, un amor, la verdadera abuela, en su sentido más tradicional, de la película- que su amante deja a su mujer… por una jovencita. Al día siguiente, a la hora del servicio del mediodía, deja su local para ir a comprar cigarrillos. En realidad, sin todavía saberlo, ella se va: a los sesenta pasados, Bettie se fuga. Emprende de golpe un viaje por el interior de Francia, su campo, sus pequeños pueblos donde no pasa nada -casi sólo ella-, sus zonas periurbanas con sus casas todas idénticas y sin alma, sus estaciones de servicio y restaurantes de autopista tristes, sus ciudades medianas moribundas que buscan reanimar un pasado que quizás era más alegre. Algunos dirán que la imagen dejada por la directora -Emmanuelle Bercot- del interior del país está exagerada. Pero, si probablemente no se resume a esto, lo es también un poco.
Por otra parte, esta fuga es precisamente para Bettie una vuelta a algunos lugares dolorosos del pasado, para darse la oportunidad de cerrar las cicatrices que dejó -el fin trágico del gran amor de su vida nunca olvidado, el casi abandono de su hija y su nieto Charly-. En este sentido, este road movie resulta bastante convencional, en particular en las escenas tumultuosas de domesticación recíproca entre Bettie y Charly que ya anuncian la reconciliación, pero incluso también lo es cuando intenta salirse un poco de los caminos más tomados, por ejemplo cuando Bettie se cruza en un bar-discoteca con un joven seductor. Le falta originalidad tanto en su desarrollo como en su último tramo. Es cierto que la recomposición familiar que se opera al final es poco común. Sin embargo anuncia una reconciliación que no termina de ser un poco forzada. Sólo falta que se escriba en la pantalla “vivieron felices y tuvieron muchos niños” -como se podrán dar cuenta, esta última parte siendo obviamente más difícil por la edad de los protagonistas-.
Al final, lo que queda de esta película es Bettie, o mejor dicho, Catherine Deneuve, que la saca adelante y que muestra una vez más, incluso en una película menor, que sigue siendo la gran dama del cine francés, gracias a la cual las abuelas nunca han sido tan modernas.