Una fuga frustrada
La experimentada Catherine Deneuve se sumerge en la piel de Bettie, una mujer madura que maneja un restaurante venido a menos, con deudas financieras y el peso de cuidar a su madre para evitar llevarla al asilo de ancianos. Un amante la ha dejado hace poco –su marido murió atragantado por un hueso de pollo- y a eso debe sumarse la inexistente relación con una hija joven, atravesada de rencores y deudas personales, la cual se antepone a los planes de fuga de la protagonista una vez que decide dar el portazo y lanzarse a la aventura con su viejo Mercedez.
Al comienzo Bettie se deja llevar por ese impulso del descubrimiento y así se relaciona de manera espontánea con algunos lugareños de un pueblo remoto, pero una llamada inesperada de su hija trunca su anhelo de libertad para confrontarla con su pasado de madre ausente que procurará reparar –aunque más no sea desde el intento- haciéndose cargo por un breve tiempo del cuidado de un nieto pre adolescente a quien desconoce por completo y que le transmite desde sus ataques de furia y rebeldía esa suerte de desamparo al quedar a la deriva por las decisiones de su madre.
El problema con Ella se va reside en la ambigüedad entre lo que podría definirse como road movie por un lado y drama familiar por otro, dado que lo más relevante en este viaje simbólico no es otra cosa que recomponer los lazos emocionales o por lo menos inaugurar nuevos afectos con segundas oportunidades, a pesar que los años hacen mella en el rostro y estragos en el cuerpo. Sin embargo, Catherine Deneuve acusa un envejecimiento digno y una personalidad avasallante que parece por momentos abrumar la pantalla.
En la intimidad, Emmanuelle Bercot –también guionista- sabe aprovecharla pero en varios segmentos que imponen cierta adrenalina y un trabajo con el físico y las emociones pierde el rumbo y eso se nota en la irregular actuación de la actriz francesa. Otro punto débil de la película lo constituye el reparto, muchas veces no a la altura de las circunstancias tratándose de una propuesta que apela a la mínima expresión, más que a la ampulosa dramatización.
Ella se va es un film a medio camino entre el relato iniciático y el melodrama de descomposición familiar que parece descansar en demasiadas ocasiones en la ductilidad de Catherine Deneuve y en la manera de filmarla.