¿A qué edad se tiene que dejar de pensar en oportunidades que cambien la vida? ¿Hasta cuándo uno se puede llegar a relacionar con familiares a los que nunca vio en su vida? Algunas respuestas pueden encontrarse en “Ella se va” (Francia, 2013), de Emmanuelle Bercot y que encuentra en Catherine Deneuve la intérprete ideal para la historia.
Deneuve es Bettie, una mujer madura que reparte sus días entre la rutina laboral dentro de su restaurante y la opacidad de su vida con su madre, y una aventura de larga data con un señor casado. El conflicto interno y externo con el mundo y SU mundo se disparará cuando se entere que su amante decidió dejar a su mujer por una joven de 25 años y no por ella.
El viejo Mercedes Benz se transformará de un momento a otro en la vía de escape hacia algo que aún no tiene en claro, convirtiendo a Bettie en una Thelma sin Louise, que imprevistamente cambiará la ruta como su escenario principal para poder decidir cómo continuar su vida.
Esta “road movie” se irá narrando a través de exquisitos planos (atención al circular en una rotonda) y colores de la naturaleza que avanzarán sobre la rutina gris de Bettie con una impronta plástica de la película que se fijará en aquellas pinceladas que muestran la Francia agraria, el pueblo pequeño, los bares familiares y las tardes sin hacer nada.
“Perdí a la única persona que me hacía sentir viva” grita Bettie al enterarse la traición de su amante, a lo que la madre le pregunta “¿y yo?”, porque además de hablar de una crisis existencial de una mujer que intenta continuar vital, también habla de los lugares que creemos que ocupamos en la vida de los otros y en la propia.
Bettie tiene una hija, a quien hace tiempo no ve, pero en medio de su viaje iniciático recibe un llamado de ella pidiéndole que cuide a su nieto (a quien nunca ha visto) y tampoco quiere ver. Haciendo un esfuerzo sobrehumano lo busca y ahí también comienza otra historia, la de una abuela inexperta que intenta recuperar el tiempo perdido.
A lo largo de su aventura se relacionará no sólo con su nieto, sino con el mundo, un mundo que hace tiempo ella sólo conoce a través de los comensales que asisten a “Auberge” (su restaurant) y que ignora sobre su dureza y su hostilidad.
Cada kilómetro que avanza en la ruta es una historia y una anécdota que suma, pero también es una posibilidad sobre rever su pasado. Porque también hay además de lo familiar y vincular, algo que ella reniega sobre su belleza. Otrora reina de Bretaña, se reúne con sus pares a realizar una foto homenaje, y en esa decadencia de peinados y bandas, está también ella.
“Hace unos días estaba en un pequeño pueblo” reflexiona Bettie, luego de reencontrarse con su hija, conocer a un hombre y ver como sus cuentas bancarias se han anulado, y es en esa reflexión que se esconde una afirmación, aquella que inspira sobre una mujer que se transforma y que decide cambiar su destino para evitar morir sola en una habitación.
“Ella se va” tiene algunas cursilerías que atentan con la totalidad del discurso, pero que pueden ser obviadas en una película hecha a la medida de Deneuve, para su lucimiento y brillo.