Aunque la primera inmigración gitana importante que recibió nuestro país ocurrió a mediados del siglo XIX, no se sabe tanto de la vida cotidiana, las creencias y costumbres de esta comunidad en el país. Este documental es una aproximación a ese universo por lo general hermético. Registra parte de la intimidad de una familia gitana de la provincia de Neuquén, rescata el caso de la primera mujer de la comunidad que se recibió de abogada y sobre todo consigue establecer un diálogo con los protagonistas, aun con la conciencia de que las lógicas conceptuales de los interlocutores (la cineasta que entrevista y las mujeres y los hombres que son entrevistados) son realmente distintas.
En la película, son las mujeres las que tienen la palabra la mayor parte del tiempo. Algunas de ellas encontraron estrategias para seguir sus deseos por fuera de los mandatos, pero sin llegar a rebelarse. La rebelión implica quedar al margen de la comunidad, y la comunidad es para los gitanos sinónimo de protección, de seguridad. Ese carácter endogámico seguramente está relacionado con la larga historia de este pueblo muchas veces segregado, muy atado a sus tradiciones y cuyo saber se ha transmitido casi siempre desde la oralidad: la educación formal raramente uno de sus objetivos. Por eso Florencia García Long, psicóloga y documentalista, encontró en el caso de Karina Miguel y su doctorado en Derecho un disparador valioso para conocer un poco más.