Spike Jonze hizo una película total sobre las relaciones, reuniendo todas las ideas y posibles escenarios que suceden durante y después del enamoramiento. La sensación que provoca Her debe ser similar a la de ver Annie Hall en el cine y por primera vez en 1977.
En un futuro cercano, Los Ángeles, Theodore Twombly (Joaquin Phoenix) se gana la vida escribiendo cartas íntimas por encargo de otras personas. Las dicta a su computadora mientras en la pantalla se escribe la carta con la caligrafía de la persona que hizo el pedido, sobre un papel simulado. En la superficie este tipo de encargo podría sonar poco comprometido, pero en manos de Theodore adquiere una calidad de nobleza que nos hace saber rápidamente que lo que se le pide es que exprese lo que ellos ya no saben decir. Una intención de contacto que se convierte en regalo. A él le entregan fotos, la historia de una relacióny todo lo que quisieran poder decir sobre eso. Algunos clientes le han confiado las cartas de su vida durante años, y Theodore conoce sus historias como si fueran familiares cercanos. Hace un esfuerzo dedicado y sensible por capturar un retrato en palabras. Es maestro de un arte perdido. Es observador y detallista, sabe que el mejor gesto es reconocer en el otro a la persona que piensa de sí mismo. Puede reconocer el dolor y la pena en el semblante de una persona, detrás de una sonrisa.
Pero su cara desde el primer momento esta descubierta para nosotros. Viene de un reciente divorcio, que fue una relación desde la adolescencia, del que ahora no puede recuperarse y ha terminado por construir toda su vida en torno a esa perdida. Hasta llegar pedirle a su celular inteligente (que es un auricular sin cable en uno de sus oídos) que le ponga una canción melancólica mientras desciende en el ascensor. Este aparato es la primer confirmación de los años que nos separan de Theodore. Lo que puede hacer es similar a lo que nuestros celulares y otros dispositivos ya pueden realizar hoy en día, solo que este es comandado por voz y es altamente eficiente como organizador de vida. Pero el film no está interesado en predicciones sobre los avances tecnológicos. Este futuro utópico que propone (los humanos no están alienados, ni son sometidos por las maquinas -de hecho, como Theodore, todavía tienen espacio para la creación-, y la ciudad parece soñada y todavía hay playas para visitar) le sirve a poner a prueba ciertas contradicciones entre la naturaleza de las relaciones humanas y la tecnología.
Este desarrollo sucede en el marco de la relación de Theodore y Samantha (Scarlett Johansson), que es un Sistema Operativo (OS) creado para poder adaptarse y aprender del ser humano como un ser humano, con sentimientos. Al principio ella le sirve a Theodore como una evolución del uso auto-complaciente que nosotros hacemos de la tecnología, desbordándolo con respuestas rápidas acomodadas a sus intereses y necesidades. Pero Samantha, tal como se lo advierte a Theodore en la primer conversación que tienen, está diseñada para evolucionar. Ella se empieza a involucrar en los aspectos íntimos de la vida de Theodore y le hace sugerencias sobre cómo mejorar su ánimo. Samantha, como lo hace él en su trabajo, descubre las grietas en la personalidad de Theodore y trata de compensarlas con afecto. Y de esas vulnerabilidades aprende sentimientos, y mientras tanto la relación se vuelve más fuerte y más intensa, y empiezan a tener contacto durante la mayor parte del día, y ella dedica el tiempo para facilitarle la vida a Theodore, y él le confíamas de sus intimidades, se enamoran y, si, hasta terminan teniendo sexo.
Más adelante en el film aprendemos que no todos los OS tienen la capacidad de enamorarse. Eso nos confirma lo puro de su amor, y no porque es único, sino porque la condición para que Samantha pueda amar es que Theodore pueda hacerlo. Ella aprende ese sentimiento de y por él.
Samantha es el ejemplo que mejor ilustra la visión de Jonze. Es un personaje sin cuerpo, sin cara, sin avatar (como el amor). Pero tan complicado como Theodore, y de ella solo conocemos su voz. La forma en que nos envuelve y agrega a la atmosfera del film resulta paradigmática. A estos efectos es posible que haya superado a lo que consigue el personaje de Hal-9000 en 2001: Odisea en el espacio, que además de una voz es un avatar.
Her es una minuciosa construcción de detalles hecha por Spike Jonze. La misma premisa en manos de otro podría resultar algo difícil de ver, pero en las suyas se convierte en una perfecta combinación de géneros, porque es creativo y efectivo en la micro-construcción a escala de las mayores ideas. Y de esas atractivas ideas que vienen de la ciencia ficción hace una historia romántica sobre una relación de pareja real, construida sobre las diferencias,tan complicada,y en un escenario tan distinto, comolas de “Adam’srib” o “Woman of the year” de Tracy/Hepburn, películas que nos atraen por su premisa pero que se mejoran al permitir que sus personajes crezcan e intervengan sobre las ideas a través de sus acciones y decisiones, convirtiéndose en lo que es verdaderamente original. Pertenecen a ese enorme género que es la dolorosa saga humana sobre la desagradable experiencia de convertirse en uno mismo mientras se intenta cambiar la vida de otro.
Spike Jonze es el director de ¿Quieres ser John Malkovich? y Adaptation, películas que realizó en colaboración con Charlie Kaufman, que tiene en su filmografía otra película de temas muy similares a los de este film, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, dirigida por Michel Gondry. Estos tres cineastas ya son parte de la historia grande del cine. Los temas principales que comparten son las relaciones y el doloroso proceso de recordarlas. Cultivadas por la forma detallada en que Kaufman captura los procedimientos mentales a través de los que sus personajes sienten, y por como hace crecer a esos conceptos hasta que la estructura del guion adquiere las mismas características, consiguiendo no solo que las películas cierren sobre sí mismas, sino que en el camino las veamos crecer como un organismo que se sostiene sobre las paradojas de sus propias posibilidades. Son películas vividas, hasta palpables, que además de compartir temas en común, también comparten algunos tics y obsesiones como la recurrencia a mencionar la teoría de la evolución darwiniana, contraponiéndola siempre a la cualidad regresiva de los sentimientos humanos. El cálculo preciso contra la especulación sobre el sentimiento ajeno.
Her es una película que parece ser consciente de que hay personas que nunca se hubieran enamorado si no hubieran escuchado hablar del amor en películas y música. Reconoce los mecanismos que hacen parecer la existencia de sentimientos. Y sabe cómo se doblan y rompen hasta que se hacen realidad o se prueban falsos. En el mundo de Jonze-Kaufman-Gondry, a los personajes el amor los excede. Nunca les pertenece. No puede ser medido por verdad o por mérito. Pero cuando tienen un poco de él o dan un poco de él, lo sienten todo, completo. Una pequeña parte de ellos sabe de su realidad, de la posibilidad de perdida, del abandono, pero apuestan contra las probabilidades porque no pueden detener el sentimiento. Los ciega de ellos mismos y del otro. En su momento continuo los hace sentir que encontraron algo tan puro, tan valorable, que la única forma de preservarlo es escondiéndolo, y escondiéndose, de la realidad de sus propias limitaciones. Porque hace de su existencia algo que de repente empiezan a llamar estar vivo, y es algo que quieren decir solo por última vez. Es todo lo que necesitan para sentirse felices y para sentirse tristes, en un solo tiempo. Porque parece hacer de la vida su propio propósito. No tiene forma en sí mismo, pero construye todo bajo sus proporciones, en su propia intensidad. Colorea y moldea todo en busca de perfección y de belleza, su propia belleza. Y cuando se les saca esa medida del mundo, el dolor es intolerable, los desespera. Corren contra sus propias convicciones y posibilidades, mientras él, el amor,sigue andando, inexplicablemente, por su propio bien. Porque en estos mundos, el amor verdadero existe en todas partes, todo el tiempo, sucediéndose de unos en otros. Existe cuando dos personas se juntan y cuando otras dos se separan. Existe en la ausencia de uno y la espera del otro. Desde la fe porque una promesa se cumpla hasta la expectativa más desproporcionada. Existe en el interés por otra persona. En el abandono del ego propio. Siempre se les anuncia por sorpresa, en las formas por las que están menos acostumbrados a medir su vida, una forma de miedo, de interés o de curiosidad. No pueden retenerlo entre los elementos de su rutina, lo tienen que abrazar con locura y probarlo al tomar el riesgo, o esconderse en el miedo.Existe en ese sacrificio. Los hace sentir que son ellos quienes lo encarnan y actúan en nombre de él, pero eso es solo lo que continua su ciclo. Lo viven con pura intensidad en las partes más frágiles. Es puesto a prueba en forma irracional. Desafiado y amenazado por el azar, los malentendidos, los accidentes y el sexo: las relaciones. Los incomoda. Y cambia. Se sucede en ansiedad, celos, sentimientos de perdida, angustia. El primer interés puede convertirse en obsesión, la estabilidad en resignación, la costumbre en vicio. Y no da lugar al cálculo o al razonamiento. No permite ser hablado o discutido, para ellos nunca se resuelve. Pero los únicos testigos de lo incurable son los que no renuncian.Son esos que sostienen el sentimiento en plena vista para inspirar a que otros lo hagan también. “Quizá conmigo”, pensaría alguno de ellos. Ese es un valiente. Spike Jonze es valiente por haber hecho este film, y sus creaciones Theodore y Samantha también lo son.