Durante años, en la recóndita colonia menonita de Molotschna, decenas de mujeres fueron sistemáticamente drogadas y violadas mientras dormían. Despertaban doloridas y sangrando. La comunidad se empeñaba en mantener que todo era producto de su absurda imaginación, o quizá obra del demonio, que las castigaba por sus pecados. Los violadores, sin embargo, eran hombres de la propia colonia: Tíos, hermanos o vecinos que finalmente acabaron en prisión pero que ahora, en apenas dos días, quedarán libres bajo fianza y regresarán a casa.