Un desfile de estereotipos femeninos
A la hora de la ficción, la idea de “hablar de lo que pasa” lleva al estereotipo: “lo que pasa” es siempre lo que “todos” saben o creen que pasa. Lo que pasa, según Audrey Dana, es que las mujeres no necesariamente saben lo que quieren, como el título local tergiversa, sino que “están como el clima”, como el off dictamina de entrada. “Inestables, caóticas, imprevisibles”. Lo que no es imprevisible es que esta película identifique a cada personaje con un “tipo” femenino. La despiadada mujer de empresa que se hace odiar, la insatisfecha con el inútil en casa, la inexperta acomplejada, la hormonal, la joven madre de cuatro hijos que tiene un metejón con una rubia... Si algo no es esta película sobreescrita, sobredirigida y salvajemente sobreactuada es inestable, caótica, etcétera.Vanessa Paradis, con su amplio espacio interdental y su anorexia, hace de la mandamás de corporación que descubre que no tiene ni una sola amiga. Laetitia Casta, de abogada torpe e inexperta, flechada por el príncipe azul de turno, abogado de la otra parte (legal y sexual). Sylvie Testud, actriz medida aunque algo dependiente de su look infantil, hace de una fóbica que anda a los saltos por cualquier pavada, y a la que el guión le destina una enfermedad grave. Isabelle Adjani... caretear siempre careteó y lo sigue haciendo, aquí a la enésima potencia, como jefa de una firma de lingerie que descubre que ya no tiene 15 ni 20. A la hora de botoxearse el rostro, la ex Adela H parece haber elegido a un científico loco. Habría que hacerle juicio (a ambos) por ofensa y perjurio de la memoria cinéfila.Como manifiesta el título original (“Bajo sus polleras”), la directora y coguionista parece tan obsesionada como un/a adolescente con el sexo y las hormonas. Hasta el punto de iniciar con una menstruación que el diseño de títulos convierte en mancha roja que estalla de cuadrito en cuadrito. Actuada por muchas de ellas (las menos conocidas son las que más zafan) como una versión francesa de la tira argentina Teatro como en el teatro (en tiempos presuntamente de Sex and the City, que ya tiene una década de vejez), de acuerdo con lo que la señora Dana piensa, lo que ellas quieren parece ser gritar mucho, hacer caras, tener tics, tropezar y caerse.