Una empresaria solitaria pero jefa de muchos hombres, una chofer de colectivo con deseo sexual reprimido, una ama de casa que descubre otra identidad sexual, otra que recibe una mala noticia como corolario de su constante paranoia, y varias historias más. En tiempos en donde en nuestro país hay estadísticas de dos femicidios cada tres días (la semana pasada con cuatro en menos de un día), y a poco más de un mes de la marcha “Ni una menos”, el estreno de una película como “Ellas saben lo que quieren” parece un agridulce guiño del destino.
Según el guión de Audrey Dana la mujer como ser universal puede ser empresaria, ama de casa, novia, amante, soltera… no importa demasiado, porque la multiplicidad de situaciones que ellas viven aquí es tan grande que los temas aparecen por separado, dispersos, y están obligados a juntar a los personajes al final para darles algo de congruencia. Matrimonio, deseo sexual, cáncer de mama, menopausia, maternidad, identidad sexual, infidelidad, soledad, menosprecio, igualdad de derechos, frigidez, y podríamos seguir hasta llegar a Eva, la manzana y la costilla de Adán.
Es como si se hubiese hecho una lista, y de acuerdo a esa enumeración hubiera surgido la cantidad de personajes con la consiguiente dificultad de mantener un montaje paralelo más o menos armonioso pese al gran esfuerzo de los compaginadores Ismael Gomez III y Julien Leloup, quienes hacen lo que pueden de todos modos para tenernos al tanto de lo que le pasa a tantas mujeres, en donde claramente el hombre es causal de casi todos sus males de acuerdo al discurso.
Si “Ellas saben lo que quieren” la va de feminista o de anti-machismo es una cuestión que pasa a un segundo plano, ya que las casi dos horas de duración no alcanzan para abarcar tanta catarsis de una guionista y directora que se preocupa más por mostrar el listado que por los temas. Más por los dardos hacia los hombres que por el contenido, así se pueden escuchar frases com: “¿Se imaginan un mundo en donde los hombres no hacen nada?”, “Queremos hombres que saquen la basura y que nos hagan delirar con el sexo”, “¡Soy mujer!, ¿ entendés? ¡Quiero champagne, burbujas!”, y así por el estilo.
Hay, por supuesto, momentos realmente logrados, en especial cuando el conflicto está ahí, a punto de manifestarse. El trabajo de todas las actrices es sin duda la estrella de ésta producción Isabelle Adjani, Alice Belaïdi, Laetitia Casta, Audrey Dana, Julie Ferrier, hay más pero sería demasiado, dejan todo en el set para darle realismo a esta mixtura gruesa entre amas de casa desesperadas, “Sex and the city” (2008) y todas las viñetas de “Lo que ellas quieren” (1999), pero sin Mel Gibson y sin que casi nadie pueda ponerse en el lugar del otro.
Por el lado del hombre (cuando aparece) tenemos un tipo que se vuelve a la casa con su mamá, otro que se tiene que hacerse cargo de los chicos mientras su mujer sale del armario, un abogado de divorcios, y un par de médicos que son los que dan malas noticias. Si quedan dudas sobre si las mujeres son dueñas del mundo habrá que llegar a la escena final. Y si con el baile no alcanza, quédense en los créditos para ver cómo cada uno de los hombres aprende su lección. Demasiado.
Uno se pregunta realmente como hacer un comentario sobre una película como esta sin que parezca una postura contrer, pero sucede que frente a tanto estereotipo que no busca otra cosa que entretener con chistes del vuelo de una rutina de stand up, es inevitable pensar que tanto diálogo de cabotaje no hace otra cosa que acartonar la figura femenina, tal cual sucede con las publicidades d
Es el siglo XXI. La mujer sigue luchando por sus derechos de igualdad, y hay que dudar si productos como este ayudan a que eso pase.