Extraña y desaforada debilidad
Elle - Abuso y seducción (Elle, 2016) es una película provocadora, en donde se aúnan la excelencia de Isabelle Huppert y la precisa dirección de Paul Verhoeven.
Desde su estreno en Cannes, la última película del realizador de Bajos Instintos (Basic Instinc, 1992), Showgirls (1995) y El libro negro (Black Book, 2006), entre otras, no ha dejado de suscitar elogios y premios en todo el mundo. Tal vez, el único paso el falso fue el que dio en la última (y particularmente cuestionada) entrega de los Oscar, en donde Emma Stone le arrebató el premio a Isabelle Huppert, quien venía arrasando en otras premiaciones. Más allá de este dato (que no opaca en nada la soberbia labor de la actriz francesa), Elle - Abuso y seducción está destinada a ser un clásico, un film que permite el lucimiento de un gran director difícil de encasillar y una figura estelar que le viene como anillo al dedo a esta historia que tiene erotismo, thriller, drama familiar, y un bienvenido –y necesario, tal vez- toque de comedia negra.
Michèle es una de las dos dueñas de una importante empresa dedicada al diseño de videojuegos, encargada de supervisar cada detalle de los productos que allí se gestan. Si bien tiene todo el rictus distante y quirúrgico que Isabelle Huppert le puede imprimir, hay dentro de ella una caldera, un deseo sexual que –se intuye- reprime un poco, entre tanto compromiso laboral y encuentros más bien informales con un hijo que está a punto de ser padre y debe buscarse un trabajo precario, una madre que tiene un novio joven (más parecido a un gigoló que a una pareja genuina), el ex marido (con quien mantiene un buen vínculo), y un amante que ya ha empezado a aburrirla. Pero aquel deseo es estimulado, arrancado a través de una violación, uno de los actos más deleznables que se puedan cometer contra una mujer. Michèle no lo ignora, pero lo que se gesta entre ella y aquel encapotado que ingresó a su casa adquiere ribetes impensados que exceden lo que –a priori- entendemos que debe ser la mirada entre una “víctima” y un “victimario”.
Transposición de la novela Oh..., de Philippe Djian, Elle - Abuso y seducción –a los méritos ya apuntados- tiene la habilidad de tensar aquella ambigüedad a la que aludimos, en el extraño vínculo que se produce entre la protagonista y el violador, sin dejar de ahondar en la psicología de los personajes. Si bien es allí en donde la película adquiere su identidad, el guión presenta unos muy sólidos (y bien interpretados) personajes secundarios, además de aportar información sobre el duro pasado familiar de Michèle de forma dosificada; información necesaria para comprenderla y –por qué no- quererla un poco. Consciente de la vejación que sufrió, se dedicará durante una buena parte del metraje a tratar de descubrir quién la ha violado.
Elle - Abuso y seducción puede ser pensada también como una puesta en crisis de los valores burgueses, un poco a la manera de los films de Claude Chabrol, con quien Huppert alcanzó varios picos de su carrera. Pero como todo gran relato, esconde distintos niveles de análisis, que ponen foco en el vínculo entre lo social y lo privado, la complejidad de las relaciones familiares y de amistad, y esa eterna y universal disputa entre lo civilizado y lo salvaje.