INSTINTOS BÁSICOS
Llega una de las últimas rezagadas del Oscar, pero valió la pena esperarla.
Paul Verhoeven nos tiene acostumbrados a otro tipo de películas. El realizador decidió darle un descanso a la ciencia ficción (“RoboCop”, “El Vengador del Futuro”, “Starship Troopers”) y, desde hace un tiempo que viene experimentando con otros géneros menos artificiosos.
El año pasado sorprendió a todos con “Elle: Abuso y Seducción” (Elle, 2016), un thriller tan intenso que convierte a “Bajos Instintos” (Basic Instinct, 1992) en una película para chicos. El film y su protagonista principal, Isabelle Huppert, venían con todas las de ganar en la temporada de premios, pero sólo se tuvieron que conformar con algunos galardones de la crítica y una nominación al Oscar para la francesa, que se merecía todas las palmas por su interpretación de Michèle Leblanc, una exitosa empresaria a la cabeza de una compañía de videojuegos.
Michèle maneja su vida con la misma actitud despiadada con que maneja su empresa, pero todo empieza a cambiar cuando es atacada y violada en su hogar por un hombre desconocido. Leblanc no piensa convertirse en víctima y oculta el hecho, al menos por un tiempo, aunque las sospechas se esparcen a su alrededor y decide tomar cartas en el asunto. La señora intenta rastrear a su agresor, suponiendo que forma parte de su círculo de conocidos, posiblemente, algún joven empleado de la compañía. Lo que encuentra a cambio es un juego bastante peligroso, que se puede salir de control en cualquier momento.
Michèle es una señora madura, divorciada y madre de un hijo mayorcito e irresponsable. Tiene un ex marido, un amante y una vida sexual bastante activa, un pasado complicado y una madre que actúa como chiquilina. Mientras balancea todos estos aspectos, decide jugar al gato y al ratón con su propio agresor, un intercambio que la aterroriza, pero al mismo tiempo la mantiene intrigada y seducida.
Verhoeven nos propone un juego bastante perverso, pero es “ella” (elle) quien toma la delantera. La historia gira en torno a esta mujer interesante y poderosa en muchos aspectos, quien intenta controlar cada parte de su existencia y, muchas veces, se le escapa de las manos. El realizador toma como punto de partida la novela “Oh...” de Philippe Djian y nos sumerge en una historia cargada de suspenso psicológico, algo de drama y un extraño sentido del humor. El resultado es inquietante, morboso y atrapante, principalmente por la actuación de Huppert, como un accidente fatal que no queremos, pero tampoco podemos dejar de ver.
“Elle” puede resultar incómoda para algunos, más allá de la intriga y el drama familiar. Sus temas son más actuales que nunca, y se agradece que Verhoeven haya optado por una protagonista sexagenaria que parece estar en la plenitud de su vida sexual y profesional. Con su metro sesenta de altura, Michèle da la impresión de ser una mujer frágil y quebrantable, pero Huppert la empodera y nos regala un personaje que, en otras manos, podría haber resultado una caricatura, o aún peor, un mamarracho estereotipado.