La discreta perversión de la prostitución
Anne (Juliette Binoche) es una inestable periodista de la revista Elle que conocerá a dos jóvenes que financian sus estudios trabajando como prostitutas. Un mundo rutinario que se opone a otro novedoso e inquietante.
Directora polaca de renombre ya financiada por el pulpo industrial francés, una estrella como protagonista, dos jóvenes actrices que en cualquier momento emigran a Hollywood y una historia sobre la prostitución estudiantil concebida a través del "toquecito de calidad" que caracteriza a buena parte de la producción gala.
El mundo que rodea a Anne (Juliette Binoche) es a pleno confort "risqué" pero inestable desde el punto de vista afectivo: periodista de la revista Elle, con un marido entre machista y interrogador, un par de hijos (uno de ellos, el clásico adolescente "con problemas de niño rico") y una investigación que la llevará a conocer a dos chicas que financian sus estudios trabajando como prostitutas. Entre la languidez de Charlotte (Demoustier) y la seducción infantil de Alicia (Kulig) fluctúan los misterios que deberá revelar Anne, metida de lleno en su labor, olvidando al resto del mundo, comprometiéndose cada vez más en las historias de vida que relatan las jóvenes.
Elles es una película astuta pero esta afirmación no implica que se trate de un buen film. Describe a un mundo rutinario (el de Anne y su familia) en oposición a otro novedoso que seduce a la inquieta periodista. La vida familiar es mostrada a través de quehaceres domésticos, discusiones e interrogantes como pueden observarse en docenas de films. Pero frente a ellos, están los espacios abiertos, los monoambientes de supervivencia en barrios obreros y un tono descontracturado y misterioso que identifica al dúo de jóvenes prostitutas.
Las escenas de sexo, por su parte, pese a los excesos de filtros y lentes especiales que bordean un peligroso tono publicitario, resuenan como creíbles y necesarias para mostrar el lado oscuro de las cosas. Sin embargo, subyace algo impostado y sentencioso en el desarrollo de la trama, hinchada de presuntuosidad y elegancia decorativa que no vacila en ostentar marcas importantes de diferentes productos. Esa astucia que manifiesta Elles también se contrapone al tono solemne que elige la directora para articular su discurso, construido desde la inestable Anne, repleta de incertidumbres y enigmas sin respuestas.
Por eso la vuelta de tuerca del final, que no será revelada, encontrará admiradores y detractores por igual. Pero, una vez que se descubre la (supuesta) sorpresa, semejante resolución queda como otra astucia más del guión, acaso inútil y arbitraria. Quien suscribe estas líneas se declara un voraz admirador de Juliette Binoche, y no sólo como actriz, ya de por sí, extraordinaria. Sería imposible imaginar Elles sin ella y sus dudas, su pelo revuelto y desprolijo, su rol de madre, su faceta de periodista, su vestido negro en contraste con su piel blanca. Elles es otro ejemplo donde Juliette Binoche supera a la película en sí misma.