A bordo del tren fantasma
Que los muertos gusten de comunicarse con la gente de este lado para resolver asuntos que no pudieron en vida no es novedad en el cine. Quizás la primera remembranza que tengan algunos al ver Ellos vienen por ti los lleve a evocar Sexto sentido, pero por mi parte me remito casi de inmediato a aquella Ecos mortales en la que Kevin Bacon era acosado -luego de pasar por una sesión de hipnosis- por un fantasma interpretado por la entonces adolescente Jennifer Morrison para que la ayude a resolver su propio asesinato. No conviene ahondar en similitudes para no revelar demasiados aspectos en la trama de la historia que nos ocupa, que de por sí, pocas sorpresas alberga para quien tiene cierta predilección por el género. Lo que sorprende es que alguien apueste a que los seguidores de estas historias ya no se conozcan todos los atajos, los recursos, las maneras de provocar el sobresalto de antemano como para no aguarles la fiesta o sumergirlos en un imperdonable mar de tedio.
Ellos vienen por ti comienza cuando el psicólogo Peter Bower (Adrien Brody) nota ciertas anomalías y datos recurrentes en los pacientes a los que atiende gracias a la ayuda de su colega (Sam Neill), quien se los ha derivado luego de que perdiera en un terrible accidente a su pequeña hija por el cual se siente responsable. Bower intenta recomponer su vida junto a su esposa pero es tan incapaz de olvidar y superar lo sucedido como de recordar detalles de otros secretos oscuros de su pasado que podrían estar vinculados a su reciente tragedia.
La estructura de la película se divide en tres actos construidos de manera casi matemática. De hecho de los noventa minutos que dura el film, en los primeros treinta se plantea una situación que cambia a otra en los siguientes treinta y vuelve a virar en los últimos a fuerza de cronómetro. Esto no sería un problema, por el contrario podría ser tomado como un mérito si los giros fuesen el disparador de algo relevante y no una cuestión forzada para que la historia funcione, pero en realidad este capricho en el uso del reloj en los actos sólo sirve para mostrar a Brody cada vez más atormentado, con los ojos más grandes y llorosos, sobreactuado como Guillermo Francella cuando le toca tratar de conmover en lugar de hacer reír en su pose más característica y menos natural. Distinto es lo de Sam Neill, que sin exagerar alcanza el aplomo que tienen la mayoría de sus interpretaciones y con poco esfuerzo su personaje logra inquietar.
Pero el problema no pasa por las actuaciones mayormente, en Ellos vienen por ti se recurre a lo sobrenatural de manera burda, con espectros que a veces son deliciosamente sutiles como cuando algunos desaparecen dejando una silla vacía en un parpadeo para revelar su naturaleza pero al momento siguiente se desfiguran en criaturas generadas por computadora -que deben estar catalogados en alguna librería de archivos de fantasmas japoneses- para asustar al protagonista sin más razón que la de hacerle pasar un mal momento. Fantasmas que parecen necesitar a los vivos para revelar secretos que se han llevado a la tumba pero que luego actúan de manera física y palpable para resolver las situaciones que los incomodan, como trabarles pestillos de puertas a sus víctimas mortales o simplemente tirar de sus extremidades para causarles algún daño directo. Y esto resulta curioso porque al final todo resulta ser parte de un puzzle, un rompecabezas en el que cada personaje tiene una pieza, un rol, una pista que le dirá al pobre atormentado de Bower qué debe hacer para llegar a la verdad, al destino final de ese tren fantasma que lo arrastrará en principio hasta su misma infancia que convenientemente ha olvidado con una facilidad que envidiaría más de una víctima de bullying. Entonces, cuando las situaciones no decantan por su peso y se comete la torpeza de hacer que un fantasma olvide su naturaleza etérea y ponga manos a la obra, es porque se está tratando de dibujar la pieza faltante y nunca encajará igual.
El camino de la redención, el redescubrimiento de algunos personajes cercanos al protagonista y la confirmación de las miserias de otros serán lo que sigue y el motor de la historia. Lugares comunes, clichés, revelaciones sin sorpresas, son muchas de las cosas que molestan y promueven el bostezo en un film demasiado correcto, demasiado respetuoso del manual del thriller sobrenatural clásico que no arriesga nada como para convertirse en algo medianamente interesante.
Ellos vienen por ti ni siquiera es mala sino mediocre, lo cual es doblemente negativo ya que ni siquiera podrá ser recordada por algo en particular. O quizás sí porque como dije unas líneas más arriba, es el Adrien Brody que me recordó -aunque pareciera imposible- a Guillermo Francella. Hubiese sido impagable verlo decir una salida al estilo “me estás cachando”, algo que definitivamente hubiese valido la entrada.