Una de las cosas que no puede negarse de “Ellos vienen por ti” es la buena intención y el logro de construcción del personaje principal, Peter Bower, interpretado por Adrien Brody. Su physique du role con esa particular expresividad facial aporta credibilidad a las acciones escritas en un guión que ayuda a colocar este estreno más cerca del thriller psicológico que del género del terror, aunque hay elementos genuinos de éste último en las escenas notablemente gráficas de lo que ocurre con una mente atribulada por un pasado duro. Hasta se podría decir que en realidad estamos frente a una suerte de elaboración ejemplificada de la culpa, el remordimiento y la necesidad de paz espiritual cuando la mente se ve acechada por los "fantasmas" que surgen de nuestras responsabilidades
Nuestro Peter, psicólogo, pasa por un momento tremendo. Tanto él como su mujer sufren el dolor de la muerte de su pequeña hija hace unos años en un accidente en la vía pública. Lo que vemos en esos primeros 15 minutos es a un hombre todavía triste por una pérdida que cuesta mucho superar, sobre todo teniendo a una esposa al lado que de tan devastada no puede ni salir de la cama. Alejado de sus pacientes por obvias razones, la práctica está supeditada a una básica tarea de diagnóstico y derivación con anuencia de su colega Duncan (Sam Neill), quien le envía a toda esta gente para esas entrevistas preliminares.
Todo lo que sucede a partir de la aparición de una niña en su consultorio aporta a esto que señalábamos al comienzo. Por eso, y por la utilización formal de los planos, fotografía, música y montaje “Ellos vienen por ti” suena más a terror de lo que es. También es cierto que la impronta de todo el contexto remite a la ya lejana “Sexto sentido” (M Night Shyamalan, 1999), con la diferencia de la autoconciencia del personaje central. Es esperable un poder de deducción por parte de la platea, dada la cantidad de ejemplos existentes en éste tipo de relatos. El título local no deja lugar para muchas dudas por cierto, y si me apura, hasta revela el 80 por ciento de la trama. Hubiese sido más sutil el título en inglés. Entre las varias acepciones Backtrack significa retomar (desde un punto), volver sobre los propios pasos o desandar si se quiere. Eso es lo que imperiosamente necesita Peter para poder resolver el enigma escondido en su memoria.
El director Michael Petroni, guionista de la olvidable “El rito” (2011), se nutre del género del terror para hablar de otra cosa y lo hace tratando de evitar (casi siempre) los golpes de efecto.
Una propuesta de suspenso psicológico que va a sobresaltar a más de uno en la butaca.