Una de fantasmas que viene de Australia, con clima onírico y un atormentado Adrien Brody como el psicologo acosado por los espectros de su pasado. En la línea de El sexto sentido y otros ejemplos similares, la película no encuentra el compás para que la historia fluya ni consigue crear el clima para que atrape más allá de su anécdota. El tedio aleja de cualquier susto.