Suéltame pasado!.
Se lo ve angustiado a Peter (Adrien Brody), envuelto en una oscuridad constante, sumido en una perplejidad que es incapaz de resolver. Su hija murió en un accidente, tal vez por su culpa, y desde entonces no consigue decifrar qué fue lo que le distrajo aquel día.
Ese hombre, atribulado, intenta llegar hasta el punto de conflicto escarbando en sus recuerdos y emociones. Cierto día, una misteriosa niña se aparece en el consultorio de Peter, él intenta comunicarse con ella pero la niña no habla y tal como ha llegado, desaparece. Así, entre sobresaltos varios y fantasmales apariciones transcurre este relato denso, aburrido y sin rumbo claro.
No es sino hasta el final que el director presenta algo de acción y coherencia en el relato, apoyado en obvias y esclarecedoras declamaciones.
Brody aporta su lánguida figura y capacidad interpretativa a un filme que espanta al público más pronto que tarde, pero de la platea.