Una remake que consigue estar a la altura de la original por obra y gracia de su dupla protagonista.
En el 2005, la taquilla argentina fue sorprendida por una película de Marcos Carnevale, que contaba la historia de amor entre dos personas de la tercera edad. El éxito de la película no se dio solo en nuestro país, sino que llego a tener aclamación en la taquilla internacional. Hollywood naturalmente descubrió el potencial que se escondí detrás de este concepto y depositó en Michael Radford, director de Il Postino, la tarea de reversionar la película y con dos actores de puro lujo como los ganadores del Oscar Shirley MacLaine y Christopher Plummer para dar vida, norteamericana, a los personajes originados por China Zorrilla y Manuel Alexandre. A pesar de los prejuicios que uno pueda llegar a tener con las remakes, en particular las de películas argentinas (no nos olvidemos de Criminal, la penosa remake de Nueve Reinas), esta remake consigue ser llevadera y hasta incluso más graciosa que la original, pero manteniendo la esencia a la que apuntaba la película original.
¿Cómo está en el papel?
La trama es esencialmente la misma que de la película original. Fred, un caballero bastante cascarrabias que ha enviudado recientemente, se muda a un nuevo departamento a pedido de su hija. En el mismo edificio, a una puerta de distancia, vive Elsa, una jubilada con bastante chispita y con un gran sentido de la travesura. A partir de ciertas desventuras, se empieza a formar una enternecedora historia entre ellos dos, a pesar de que algún que otro delirio de Elsa le dé dolores de cabeza al pobre Fred.
Cuando dije que este título mantiene la esencia de la película original, me refiero a que mantiene el concepto temático de la original, acerca de encontrar motivos para vivir, incluso al final del camino cuando parece que no hay tanto tiempo. Obviamente, la versión de Radford le suma cosas que son típicas en una percepción Hollywoodense de la historia de Carnevale: una historia del yerno de Fred pidiéndole plata para empezar un negocio ridículo, una historia del hijo de Elsa preocupado porque Fred quiera aprovecharse de ella, y le suman un amigo medico a Fred. Eso sí, cabe destacar que hay un motif recurrente sobre Picasso en el backstory de Elsa que está muy bien desarrollado. Todo lo demás que se imaginen de la película original, dice presente en esta remake, incluso la famosa secuencia de la Fontana di Trevi.
Lo concreto que el desarrollo de los personajes, tanto de Elsa como de Fred, tiene un carisma y tiran unos remates que mantienen el enganche del espectador, y que no pierden de vista el objetivo de desarrollar satisfactoriamente una historia.
¿Como está en la pantalla?
La película mantiene una técnica sobria; un montaje prolijo y una muy buen utilización del Cinemascope a la hora de componer el encuadre. Por el costado actoral, las interpretaciones de Shirley MacLaine y Christopher Plummer dotan a la película de un carisma que cautiva y hace cómplice al espectador desde el primer minuto. Sin ánimo de ofender al legado de China Zorrilla y Manuel Alexandre, pero la manera en la que Plummer y MacLaine combinan el humor acido con la ternura es notable, tanto en sus escenas en solitario como en las que comparten juntos. El motivo más sólido para pagar una entrada.
Conclusión
Si bien incurre en los clichés Hollywoodenses típicos de “amor en la tercera edad” de los que supo escapar la película original, esta remake de Elsa & Fred llega a muy buen puerto de la mano de una efectiva dirección de Michael Radford y dos interpretaciones carismáticas de sus protagonistas.