En 2009, el joven director sudafricano Neill Blomkamp sorprendió al mundo con su ópera prima, Sector 9 , sobre unos extraterrestres que vivían esclavizados en la Tierra. Cuatro años más tarde regresa con otro film de ciencia ficción apocalíptica, pero esta vez las profundas diferencias sociales se manifiestan entre los humanos y no con otras civilizaciones.
En efecto, nuestro planeta se ha convertido en 2154 en un gran basural, una acumulación de barrios carenciados donde millones de personas (en su mayoría latinos) viven hacinados y subsisten con precarios empleos en maquiladoras (la historia transcurre en Los Ángeles, pero fue filmada casi íntegramente en México). Sin embargo, no todos sufren esas condiciones infrahumanas, ya que las clases dominantes se han trasladado a un planeta artificial creado en las cercanías (apenas a 19 minutos de vuelo) donde todo medio ambiente, seguridad, salud es armónico e impecable. Algo así como un barrio privado... en el espacio.
La épica futurista tiene claras alegorías y paralelismos con el presente. Los pobres latinos gracias a los costosos servicios de unos mercenarios tratan de ingresar de forma clandestina a Elysium para aprovechar sus beneficios, pero claro allí impera un rígido sistema de defensa supervisado por la cínica y manipuladora Delacourt (Jodie Foster).
El protagonista del film es Max (Matt Damon), un hombre en libertad condicional que recibe una descarga radiactiva en la fábrica donde trabaja y al que, por lo tanto, le quedarán sólo cinco días de vida. En ese lapso deberá llevar a cabo una misión casi suicida encargada por un contrabandista devenido en una suerte de líder rebelde (gran trabajo del brasileño Wagner Moura) para luego recibir como recompensa un viaje a Elysium y aprovechar allí los últimos adelantos tecnológicos que podrían curarlo.
Más allá de las referencias a las distopías de Philip K. Dick y a clásicos como Metrópolis y Blade Runner, y del logrado trabajo visual que contrapone la degradación de la Tierra con la pulcritud de Elysium , la película termina apostando por un enfrentamiento entre ese hombre común devenido en héroe que tan bien encarna Matt Damon y los malvados de turno (el empresario William Fichtner, la funcionaria Jodie Foster y la máquina de matar que interpreta el gran Sharlto Copley). Por supuesto, no falta una subtrama romántica con una atractiva médica (Alice Braga).
Si el espectador pasa por alto cierta obviedad de la mirada sociopolítica (en Sector 9 era el apartheid y aquí es el conflicto inmigratorio entre México y los Estados Unidos), Elysium termina siendo un producto de género bastante eficaz y disfrutable. Las metáforas subrayadas, los mensajes ingenuos, y en definitiva banales, esta vez son lo de menos.