"Ciencia acción"
Neil Blomkamp la rompió con “Sector 9” (District 9, 2009), película que puede considerarse tranquilamente como una de las mejores que brindó el género en los últimos 10 años por el solo hecho de trazar una perfecta analogía entre una invasión extraterrestre y el apartheid que azoto a Sudáfrica.
Cuatro años después llega “Elysium”, el segundo trabajo del realizador que repite algunas de las formulas exitosas de su anterior incursión en el cine, pero que se olvida de otras, quizás en pos de amoldarse a un esquema de producción, como el de Hollywood, el cual parece que le queda chico.
La historia de “Elysium” es sucia, al igual que la de “Sector 9”. Sus protagonistas no son los típicos héroes y se ven arrojados a superar un destino que nunca soñaron afrontar en un contexto desfavorable, donde los fuertes explotan a los más débiles y la única forma de acabar con eso es a través de revoluciones y batallas que se cobrarán victimas de ambas partes y en gran cantidad.
Max (un correcto Matt Damon) es un trabajador de una planta industrial que vive en la tierra, mientras sus jefes explotadores viven en Elysium, una especie de satélite que flota en el espacio, donde todo es perfecto. Cuando Max sufre un accidente que lo deja con tan solo 5 días de vida, su pasado de criminal parece ser la única salida que le permitirá llegar a Elysium, el único lugar donde puede cambiar su destino.
Nuevamente con un soberbio trabajo en el aspecto visual (la fotografía de Trent Opaloch es perfecta) y una ascendente (en materia de transmitir emociones) banda sonora compuesta por Ryan Amon, “Elysium” arranca de menor a mayor para ofrecer más que un film de ciencia ficción de jerarquía una película de acción de enorme grandilocuencia y ritmo frenético.
Las secuencias de acción se suceden unas a otras a partir del quiebre de la película (la imponente escena del secuestro) y alcanzan una magnitud impensada (la épica batalla final sobre un puente en Elysium), pero muy bien recibida, por el público.
“Elysium” en ese sentido te toma completamente por sorpresa y no te deja sacar los ojos de la pantalla, gracias a esas impresionantes escenas que, si bien se encuentran en un contexto futurista, nunca alcanzan atravesarnos emocionalmente, ni llegarnos a incomodar políticamente como si lo hacían las de “Sector 9”.
De hecho, la única falencia que tiene el primer trabajo de Blomkamp en Hollywood es insertar cuotas de drama en un film que destella acción de la buena por todos lados y que no tiene lugar para historias de amor forzadas (como la que tienen los personajes de Damon y Alice Braga), ni para sentimentalismos e historias mínimas (como la hija enferma de Frey).
Esos aspectos parecen fuera de lugar en una película en donde nuestros personajes más importantes (soberbios trabajos de Jodie Foster y sobre todo Sharlto Copley) están al pie de una guerra y lo único que buscan es imponer sus pretensiones dentro de una tambaleante estructura de poder.
Si Blomkamp se hubiera inclinado completamente hacia un solo lado de la balanza, estaríamos hablando de una de las grandes películas de este 2013. Sin embargo el sudafricano intentó que su desembarco en Hollywood sea igual de humano, crítico y polémico que en su primer trabajo, pero la falta de experiencia no le permitió divisar que ese mercado solo quiere una cosa, algo que a “Elysium” le sobra: entretenimiento que mantiene al espectador atornillado a la butaca.