Elysium

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Ricos y pobres en el futuro

Amparada en la discutible definición de "cine de entretenimiento", la película fluctúa entre la ciencia ficción y la vaguedad temática del director recordado por su film Sector 9.

En el mundo Elysium la gente vive bien, custodiada con robots-policías y por el paisaje country-campo de concentración que transmite una sensación de paz y bienestar permanente. En oposición, el planeta Tierra es un refugio de sobrevivientes, lúmpenes, desquiciados, marginados latinoamericanos y obreros como Max (Matt Damon), trabajador incansable con un pasado adolescente que la película manifiesta en flashbacks de manual para iniciados en una escuela de cine.
El universo Elysium está dirigido por la pétrea Delacourt (Jodie Foster, derechito a un biopic sobre Angela Merkel), quien controla ese mundo de piscinas y palmeras con mano firme, valiéndose de la ayuda de un tal Kruger (Shartlo Copley), un demente metido clandestinamente junto al proletariado futurista. El director de semejante fábula que fluctúa entre la ciencia ficción de rápido consumo y el tole tole habitual de esta clase de películas es el cineasta Neil Blomkamp, a quien los fanáticos del género recordarán por Sector 9 (2009), que se valía de una historia a la que Elysium amplifica en presupuesto y vaguedad temática y formal.
La cuestión es que Max, quien tiene las horas contadas, se convertirá en una especie de Robocop provisto de una impensada fuerza gracias a la ayuda de unos técnicos que lo preparan para invadir Elysium, en plan lucha de clases para que los marginales tengan acceso a una mejor cobertura de salud a través de una especie de tomógrafo que detecta rápidamente los problemas de salud. Por allí andan el mexicano Diego Luna y la brasileña Alice Braga para corroborar que Latinoamérica existe para los estadoudinenses, y de paso, soltar algún mea culpa y un par de frases que parecen salidas del latino que encarnaba Capusotto en un sketch de su programa.
¿Hay acción y esas cosas? Sí, especialmente, en la segunda parte, cuando Elysium se cansa de describir los dos mundos para ir a los bifes y enfrentar al Che Max y los suyos con los nuevos dueños de Metrópolis peleando al estilo Robotech. Hay una "finísima" ironía que alude a Chávez y un par de buenos chistes reaccionarios, por ejemplo, cuando preparan a Max para el combate y lo denominan como a un "Ninja de favela". Y poco más.
Conceptuar a Elysium desde una lectura política y social relacionada a la actualidad suena disparatado y hasta simpático. En todo caso, cinco minutos de la extraordinaria Sobreviven(1989) de John Carpenter, con sus villas miseria y patovicas provistos de lentes oscuros que servían para descubrir una invasión extraterrestre que hacía anclaje en los medios de comunicación, decía mucho más que Elysium, una película, otra más, protegida por la discutible definición de "cine de entretenimiento".