Hombres ricos, hombres pobres
En una trama futurista y de acción, el Director de “Sector 9” vuelve sobre la desigualdad.
A veces en la vida suceden cosas y sólo hay que aceptarlas.
Mentira.
Max escucha esas palabras siendo niño, huérfano y desamparado. De grande sabrá cómo ponerse delante del carro cuando deba ser él quien dirija su vida.
El sudafricano Neill Blomkamp sorprendió cuando en 2009, producido por Peter Jackson, realizó esa alegoría del apartheid que se llamó Sector 9. Era un filme de ciencia ficción, pero con la inmigración, el racismo, la pobreza y la solidaridad dando vueltas y vueltas. Con Elysium vuelve a girar sobre lo mismo.
Es 2154 y hay una estación espacial orbitando la Tierra, adonde se mudaron los ricos. Los pobres viven en este planeta, en un estado paupérrimo, en medio de la mugre. Entre ellos, Max da Costa, que trabaja en Los Angeles casi como un esclavo en una fábrica de androides, que son, sí, los esclavos en Elysium, la estación allá afuera.
Aquí no hay extraterrestres, pero sí humanos buenos y malos. Muy malos. Como la secretaria de Defensa (los años no pasaron en vano para Jodie Foster), que participa del costado thirller político del filme. Max debe “ir para arriba”, no porque haya sido un sueño de chiquito, sino por que recibió una carga de radiación letal, le quedan cinco días de vida. Y el único lugar donde puede curarse es en Elysium.
Tal vez a Blomkamp pueda remarcársele que el presidente Patel, la secretaria de Defensa y el Sr. Carlyle -que administra Armadyn, la fábrica de robots- tengan un solo perfil, y los pobres, no. Pero tal vez sea que para Blomkamp resulta mucho más rico hablar de seres sin esperanzas que de burócratas adinerados y burgueses.
Pero no es que Max sea héroe de libros de escuela primaria. Tampoco es Mad Max... Aunque tiene sus antecedentes, la mayoría criminales. Está en libertad condicional luego de realizar asaltos a mano armada, robar autos, y por resistirse a la autoridad. O sea que si alguien puede rebelarse contra la autoridad, es él. Pero la cuestión es más personal.
La película tiene, antes que un envoltorio, un marco que es más fuerte que su historia. Y una coreografía de peleas de acción impresionantes. Los combates entre Max y el agente oculto Kruger (Sharito Copley, que era Wikus Van De Merwe en Sector 9) son algo así como el clímax.
Tatuado, con la cabeza rapada, Matt Damon -que reemplazó a Eminem, que quería filmar la película en su Detroit natal en vez de en México y Canadá, donde se rodó- da perfecto para el rol. Cara de niño bueno -el martes 8 es su cumpleaños-, aguerrido y valiente sin medir las consecuencias, es mejor tenerlo de amigo que de enemigo. Dinamita pura.