Si cualquiera analizara los distintos elementos que conforman Emergencia en el aire encontraría mucho de fórmula (un psicópata a bordo de un avión, un virus que se disemina, el pánico social que se desata, un veterano detective que investiga el caso, un conflicto diplomático a escala global), pero aquí el todo resulta mucho mejor que la suma de cada una de sus partes. Y si ese resultado general es más estimulante de lo que podía imaginarse en un principio se debe a la maestría con que los profesionales del audiovisual coreano saben reciclar, dosificar y potenciar los resortes y los recursos del cine de género.
El vuelo en cuestión es uno que une Seúl con Honolulu y allí viajan el villano de turno (Yim Si-wan), que lanza un virus que va contagiando a los pasajeros, y un ex piloto (Lee Byung-hun) dominado por la culpa y los traumas tras una catastrófica experiencia profesional, acompañado por su pequeña hija que necesita un tratamiento médico. Y a bordo también está la esposa del sargento de policía Koo (Song Kang-ho), que seguirá en tierra las pistas de un caso con múltiples derivaciones, consecuencias y alcances.
Cuando las consecuencias del virus se conozcan y no se sepa aún la eficacia del antídoto se desatará la paranoia dentro y fuera de la nave. Adentro, porque el contagio generalizado parece inevitable; afuera, porque nadie quiere que el avión que vuela rumbo a Hawaii aterrice de emergencia en otro aeropuerto.
Muy a tono con estos tiempos pandémicos (aunque fue concebida antes), Han Jae-rim (The Show Must Go On, El lector de rostros, El fiscal) construye tensión, suspenso y contexto sociopolítico para este thriller sobre bioterrorismo con elementos propios del cine catástrofe y del melodrama familiar, pero sin descuidar jamás la psicología ni las motivaciones de los distintos personajes. El resto consiste en desatar la maquinaria coreana (incluido su patriotismo) en toda su dimensión profesional: actuaciones, edición, fotografía, efectos visuales y coherencia narrativa en su máxima expresión.