COREA DEL SUR NOS MUESTRA LA UNIÓN DE SU PUEBLO
Surfeando la ola generada por producciones como Parasite en el cine, Estación Zombie en plataformas y El juego del calamar en televisión, se siguen estrenando en Argentina algunas películas surcoreanas cuya calidad varía desde lo llano y formulaico hasta lo realmente atractivo. Emergencia en el aire se ubica en algún lugar entre medio de estos polos, aunque algo más próxima al primero, y nos presenta una historia acerca de un incidente en un avión. Al elenco lo lideran dos estrellas a esta altura conocidas de este lado del globo: Lee Byung-hun, que tuvo un rol importante en la exitosísima serie de Netflix, y Song Kang-ho, que ganó mucha notoriedad a partir de sus trabajos con Bong Joon Ho.
Esta nueva propuesta de la mano de Han Jae-rim construye una narración convencional en cuanto a sus filiaciones de género. Se trata, sin mayores sorpresas, de una película-catástrofe. Lo es por su premisa, por el manejo de los tiempos dramáticos del relato, por la forma en la que se estructuran los acontecimientos y, también, por su contenido ideológico/temático. Hay un solo elemento que rompe un poco el esquema y muestra un indicio de mixtura con otros géneros: la presencia de un asesino serial. Por momentos la película juega a conectar el registro épico/dramático de la película de catástrofe con una atmósfera más propia del horror corporal. Sin embargo, este cruce es desestimado en tanto el personaje del asesino serial no trasciende en el relato más que como un catalizador del caos, una excusa para poner a los protagonistas en las típicas situaciones de desesperación, superación y unión colectiva a las que suelen apelar este estilo de películas.
En Emergencia en el aire es patente la naturaleza nacionalista que tiene el cine de catástrofe. El accidente es un escenario perfecto para poner a prueba a una sociedad, su fortaleza y el sentimiento de identidad de sus miembros dentro de una cultura particular. La cuestión de la autorrepresentación y de la separación respecto de un otro que posee valores diferentes (o, mejor dicho, carece de los propios) es una constante en el cine norteamericano desde sus inicios, y lo también en el cine oriental contemporáneo. En el caso de esta película, se busca definir y comunicar un sentimiento de hermandad coreana (en oposición a la apatía del pueblo japonés y el estadounidense, quienes participan, sino como villanos, al menos como ejemplos que sirven para delimitar aquello que el pueblo coreano no es).
Más allá del juicio que uno pueda realizar respecto de estos vaivenes ideológicos, lo cierto es que la película se toma el trabajo de transmitir el mensaje con claridad. Tal vez, el principal problema de Emergencia en el aire es justamente el tiempo que le dedica a esta labor propagandística. De esto es un síntoma el hecho de que los personajes no son mucho más que estereotipos que están la mayoría del tiempo en función del contenido que se quiere transmitir; lo es, también, la exagerada duración de la película, de 147 minutos, que no llega a sostenerse del todo con lo que se propone formalmente y resulta, por momentos, bastante redundantes. Sin embargo, Emergencia en el aire es una película competente que compensa en alguna medida sus excesos con una buena capacidad de construir climas y montar algunas escenas emocionantes.