Emma (2017) de Juan Pablo Martínez, es una película independiente que quiere proponer su propio lenguaje y que muestra en cada plano su construcción a puro pulmón.
Un accidente en el medio de la Patagonia une a Juan (Germán Palacios), quien trabaja en una mina de carbón y a Anna (Sofía Rangone), que ha sufrido la desaparición de su esposo, la única persona que conoce en el país. Ambos viven aislados de todo y de todos, y lentamente construirán una relación.
Es interesante la búsqueda de apoyarse enteramente en lo silente. Las pocas palabras que se expresan en toda la película, funcionan como una guía y ayudan a entender algunas cosas. Pero su apuesta es efectiva y se sostiene en sí misma por los aciertos en la progresión de la narración y la interpretación de los actores principales.
La historia de amor fuera de lo típico, es contada con su propia construcción de la sensualidad y la ternura. Son dignos de reconocimiento los logros en la realización y su prolijidad, por haber contado con un equipo técnico de solo ocho personas.