Es casi un ritual, que todos los años aparezca dentro de la cartelera, uno de esos crowd pleasers, esas películas que le gustan a todo el mundo y que genera, casi automáticamente, un envolvente boca a boca que la convierte también en un éxito de público.
“EMPIEZA EL BAILE“ parece absolutamente destinada a ingresar directamente en esta categoría. Dentro de una cartelera algo alicaída y con falta de propuestas novedosas (sobre todo para un público maduro que no tiene ganas de ver una más de superhéroes o la nueva entrega de un descuartizador serial), con tanto producto mediocre y fallido, es indudable que este último trabajo de Marina Seresesky representa una bocanada de aire fresco, y ratifica esa sensación de que no hace falta contar historias pretenciosas ni grandilocuentes, sino contar una pequeña historia pero con sensibilidad y talento.
Narrar desde lo pequeño, no es una tarea sencilla -aunque muchas veces desde afuera, lo parezca- y Seresesky logra plasmarlo en un guion que apunta directamente a las emociones, sin ningún tipo de sensiblería. Sus personajes, que ya pasaron hace rato los 60, pertenecen a esa generación de la cual las películas, en general, parecen no tener ninguna intención de convertirlos en protagonistas de sus historias.
Carlos (Dario Grandinetti) y Margarita (Mercedes Morán) fueron, en su momento de esplendor, una de las mejores parejas de baile de la historia. Pero eso fue hace mucho tiempo y hoy Carlos vive en Madrid con su familia, ha dejado atrás esa Buenos Aires que le permitió desplegar una exitosa carrera, mientras que Margarita, como suele suceder con gran parte del mundo artístico, vive con extremas dificultades económicas pero sobre todo con el peso del olvido y abrazada al recuerdo de épocas más doradas.
Un llamado con una noticia completamente inesperada de parte de su inseparable amigo Pichiquito (Jorge Marrale), trae a Carlos de nuevo a su Buenos Aires natal para comenzar una “aventura“ fuera de todo pronóstico, que lo empujará a revivir todo su pasado y retomar algunos de los asuntos que ha quedado pendientes, con esa invalorable posibilidad de volver a elegir.
Si bien uno de los condimentos fundamentales para que uno quede atrapado en esta historia es el hecho que Seresesky escribe con una mirada cargada de nostalgia, pero en la que también irrumpe el humor sutil y la fina ironía, hay otro innegable atractivo en “EMPIEZA EL BAILE” y es el trío protagónico de lujo que aparece en pantalla.
Quien haya visto a Carmen Machi en “La puerta abierta“, acompañada de la recordada Terele Pávez, sabe de la pericia de Seresesky para sacar lo mejor de cada uno de sus actores y actrices. En este nuevo desafío la acompaña una triada absolutamente perfecta, que sabe cómo manejar los tonos de cada una de las situaciones para pasar de la comedia al drama, de momentos con mucho humor a aquellos otros más conmovedores, y lo hacen con total naturalidad y soltura.
Es prácticamente imposible destacar a alguno de los trabajos por sobre el de sus compañeros, ya que todos tienen oportunidad de componer momentos con gran lucimiento y aprovechan todas las posibilidades que les brinda el guion, al máximo. Sin embargo, Mercedes Morán, como Margarita irradia una luz especial: además de tener los diálogos más chispeantes y los pasos de comedia más divertidos, ella sabe perfectamente cómo sacar partido y construir con ironía y sagacidad a esta mujer completamente vulnerable y deseante de tener una nueva oportunidad para reconstruir sus pedazos.
Seresesky tiene la habilidad de bucear en temas delicados con absoluta espontaneidad, sin sentenciar a sus personajes y así recorre los amores pasados, las cuentas pendientes, la vida de los artistas (que puede pasar del éxito más consagratorio al olvido absoluto), los sueños por cumplir y ciertos secretos difíciles de confesar: temas que van formando parte de esta historia, enhebrados en forma armónica y escapando absolutamente de toda solemnidad.
El estreno de “EMPIEZA EL BAILE“ se agradece entonces porque ofrece una historia tierna, contada desde los sentimientos, tres actuaciones impecables y es de esas películas que uno se quedaría un rato largo más esperando ver cómo continúa la vida de estos personajes, que ya, apenas salimos del cine, nos quedaron grabados en el recuerdo.