Crítica y justificación de los procesos de adopción.
En buenas manos comienza con una escena dura: el parto de una madre que no quiere hacerse cargo de su hijo. No hemos vivido ese embarazo. No conocemos las circunstancias en las que se produjo. Pero sabemos que hay una historia de 9 meses previos a esa escena, y, por eso, se hace muy violento escuchar a una madre decir que no quiere ver a su hijo. Jeanne Herry, tienes nuestra atención.
Este film no pretende juzgar a Clara (Leïla Muse), la joven de 21 años con un embarazo no deseado tras un encuentro sexual con un desconocido. Todas las madres tienen sus historias, y si en algo podemos confiar, es en que todas querrán lo mejor para sus hijos. Por ello, tras una presentación de los procedimientos que se deben llevar a cabo ante tal situación, entendemos que la decisión está tomada, y que, ante tal decisión, el sistema tan solo puede proteger a esa madre y prioritariamente a su hijo.
Se activa así la trama principal de esta película: la adopción. Como ya se avisa en el título del artículo, esta película busca la crítica y justificación de estos procesos. Detrás de una adopción, hay innumerable papeleo e investigación. Unos procesos capaces de resquebrajar por sí solos una familia. Pero unos procesos necesarios para asegurar que el bebé no sirve a los deseos e intereses de unos individuos, sino que estos individuos sirvan a los del bebé. Al fin y al cabo, él es el epicentro del proceso, el que necesita caer “en buenas manos”.
El inicio de la trama es difícil de seguir. No solo cuesta localizar y conectar todos los personajes, si no que conforme avanza la historia, también hay saltos temporales con estructura de flashback. El espectador debe prestar atención a títulos temporales y caracterización de los personajes para construir la historia cronológicamente. Esta estructura puzzle le da mucho dinamismo a una narración que resultaría un poco plana de una forma lineal. Que Alice (Élodie Bouchez) decida iniciar procesos de adopción, tiene más poder dramático una vez que hemos visto que ocho años más tarde consigue ser seleccionada por primera vez como madre adoptiva para Theo.
Estableciendo unas líneas argumentales generales, encontramos dos historias: el nacimiento de Theo, y el proceso de adopción para Alice. La película avanza poco a poco hasta que ambas historias convergen. Cada plano los acerca un poco más hasta conseguir poner a Alice y Theo cara a cara en una emocionante y esperada escena. Estas dos líneas se apoyan con dos subtramas: el padre de acogida (una especie de limbo en el que Theo pasa dos meses, por si su madre biológica decide arrepentirse) y la trabajosa labor del equipo de adopción.
Un poco innecesarias se me hacen otras subtramas como la relación de la trabajadora social con el padre de acogida (que no aporta nada interesante a la historia) y el desarrollo de problemas cognitivos por parte del bebé, que tan solo sirve para justificar (más) la elección de Alice como madre adoptiva, ya que esta está acostumbrada a trabajar con invidentes.
Por último, la película aprovecha este fondo para plantear el tema de la adopción por parte de familias monoparentales. Aunque no basa su batalla en ello, En buenas manos hace que des por sentado que Alice es la mejor opción para Theo, y que limitar la adopción a familias nucleares es un gran error. Como la misma asistente social analiza, Alice ha sido una mujer que, tras salir de una ruptura, se ha reconstruido y ahora está más preparada que nunca para ser madre y cubrir las necesidades de su hijo.
Si atendemos a aspectos técnicos, la película está repleta de planos muy cerrados que quieren acercarnos mucho a los personajes y sus emociones. Un cara a cara casi continuo. Rodada cámara en mano, pero sin movimientos bruscos y una edición elegante.
No sorprende que sus interpretaciones hayan sido reconocidas con varias nominaciones. Mejor actor y mejor actriz para Sandrine Kiberlain, Élodie Bouchez y Gilles Lellouche en los Premios César de la Academia del Cine Francés. Siendo su protagonista, Élodie, ganadora de otros dos reconocimientos del panorama francés (Lumiere Award y Golden Bayard). Si bien los tres hacen un trabajo excepcional, en mi opinión, la actuación de Sandrine Kiberlain, lleva al extremo los manierismos de su personaje evidenciando un poco su actuación.
La película interioriza desde todos sus extremos en el mundo de la adopción, acercándolo a todo el público más allá de las personas que lo han vivido en sus propias carnes. Interesante en su estructura narrativa, En buenas manos justifica y consigue hacer muy emocionante un encuentro que se conoce y espera desde el inicio del film.