Algún espectador malicioso podrá pensar que En buenas manos busca publicitar el sistema de adopción que rige en Francia. Aún si la hipótesis fuera acertada, el segundo largometraje de Jeanne Herry es un trabajo virtuoso, que transita el delgado límite entre ficción y realidad para abordar con sensibilidad y rigurosidad temas tan delicados como los embarazos no deseados y una de sus variantes (gestar al bebé concebido pero renunciar a criarlo), la frustración de quienes quieren y no pueden engendrar un hijo biológico, el proceso anímico y burocrático que se activa cuando se decide adoptar un niño, el rol del Estado a la hora de velar por la integridad física y psíquica de los pupilos (así se llama a los chicos nacidos en suelo francés, que quedan bajo custodia estatal hasta que se concreta su adopción).
Pupille es el título original de esta película nominada a siete premios César, que cuenta la historia de un bebé desde que su madre biológica llega al hospital para dar a luz hasta que el Estado lo entrega a la madre adoptiva. Es minuciosa la reconstrucción de la intervención profesional destinada a proteger al recién nacido mientras dura el proceso de selección de la familia de crianza.
Herry escribió el guion que recrea con absoluta claridad las instancias protocolares y administrativas que contemplan el acompañamiento de la parturienta, la atención de Théo mientras queda a cargo de Servicio Social de Ayuda a la Infancia, el proceso de búsqueda y selección del matrimonio o mujer que lo pater/maternará, el trabajo de vinculación con la o los postulantes elegidos. El trabajo con el elenco encabezado por Leïla Muse, Élodie Bouchez, Sandrine Kiberlain, Gilles Lellouche, Olivia Côte, Clotilde Mollet, Miou-Miou enriquece el relato con dosis justas de suspenso y emoción.
Se destacan especialmente Muse como la joven progenitora del bebé, Mollet en el rol de asistente social, Bouchez en tanto candidata a adoptarlo, Lellouche en la piel de un hombre absolutamente liberado del corset machista. Si existen, los varones como su Jean son excepcionales.
La joven realizadora parece tener muy presente la siguiente definición publicada en este sitio web gubernamental: «La adopción es el encuentro de dos historias. Es también una historia que se escribe antes de que la familia adoptante acoge al niño, y luego en el día a día con él».
Como si hubiera leído a Eva Giberti, la directora y guionista evita toda representación romántica de la maternidad, de la adopción, de los vínculos familiares. Ningún personaje utiliza lugares comunes como «hijos del corazón»; y más de una vez los psicólogos y trabajadores sociales se refieren a un proceso complejo, no siempre exitoso o feliz.
A priori el nombre Jeanne Herry no le dice mucho al público argentino. Quizás los siguientes dos datos ayuden a ubicarla.
El primero es biográfico: se trata de la hija de la mencionada Miou-Miou y del cantautor Julien Clerc. El segundo es profesional: dirigió varios capítulos de la muy recomendable Dix pour cent (serie disponible en Netflix como Call my agent!) y la mezcla de comedia, drama y thriller Ella lo adora, protagonizada por la también mencionada Kiberlain.
En buenas manos aumenta las expectativas en torno a esta realizadora novel. Sin dudas constituye una muy buena tarjeta de presentación en nuestro país.