Con semejante título, “En busca de la ciudad perdida”, suena inmediatamente a una de aventuras arqueológicas. Buen gancho si se quiere, porque estamos frente a un documental bien al estilo televisivo, de esos a los que, una vez terminados de compaginar, la National Geographic le agregaba el texto en off como para “humanizar” las imágenes. Así se descontextualizaba el ciclo de la vida, se musicalizaba cual personajes de los clásicos de Disney, y al televidente le quedaba que el león era muy, muy, malo por comerse a una pobre gacela.
Perdón, me fui por las ramas.
“En busca de la ciudad perdida” tiene un cuidado estético narrativo funcional a convertirse en una suerte de diario de viaje que se inicia en Perú y termina precisamente en las ruinas de Macchu Picchu. Durante el trayecto veremos un recorrido pintoresco e interesante que mostrará al director, Fernando Martínez, como testigo presencial del trayecto. Habla e interactúa por momentos como asomándose al cuadro, en tanto en otros lo hace de manera más directa. Mientras, algunos datos adicionales a lo que vamos viendo los proporciona la voz en off de Ariel Fiorenza, una suerte de guía turístico al que sólo le falta decir de qué lado del micro está lo que se nos muestra. Bien básico. Incluso puede dar la sensación de una lección de geografía de primaria, aunque esto no va en desmedro del producto final porque es lo que intenta ser desde el primer minuto.
Con la duración justa, la realización sale airosa de la sobre explicación, apoyándose en la contundencia de las imágenes cuando estas lo piden.
Salvo que se haga el viaje per sé, difícilmente se pueda tener un acercamiento tan exhaustivo y didáctico.