Disparatada comedia de aventuras, "En busca del muñeco perdido", ópera prima de Facundo Baigorri y Hernán Biasotti, es una más que agradable sorpresa para el panorama del cine argentino. El barrio, el grupo de amigos.
Pocas cosas resultan tan identificativas de la juventud como esa barra de amigos del barrio con la que perdíamos horas fuera de casa. El cine argentino tiene una cierta deuda de abordar esta temática desde un costado liviano sin el peso de la melancolía o la tragedia.
Facundo Baigorri y Hernán Biasotti, quizás sin proponérselos, lograron con su ópera prima, "En busca del muñeco perdido", llenar ese hueco. Todo a través de una comedia que nunca pretende ser tomada en serio.
“Esta película busca reflejar de la manera más fiel posible, el espíritu de las fiestas de fin de año en la Ciudad de La Plata. Un retrato respetuoso de su gente y tradiciones”. Reza una placa al inicio de la película a modo de los clásicos documentales que retratan la rutina de una comunidad. Corte, un caballero medieval irrumpe en medio de la pantalla. “Igual, en un momento medio que la flasheamos”. Son veinte segundos que definen a la perfección la propuesta de esta película.
La Plata es una comunidad mixta, sin bien por un lado tiene toda la infraestructura y el funcionamiento de una gran ciudad, hasta mucho más ágil que varias del Conurbano más cercano a la Ciudad de Buenos Aires; también maneja algunas costumbres propias de pueblo. Podría decirse que conserva la magia. Parte de esa magia la encontramos en la tradición de la quema de muñecos para fin de año.
La gente se agrupa y crea grandes muñecos de papel maché, que llevan un tiempo considerable de planificación y construcción, todo para que en la medianoche del 1/1 se haga una gran fogata y se incinere. Fito (el propio Baigorri), su Primo (José Saralegui), Santi (Juan Martín Cabana), Pedro (Pedro Saieg), El aguatero (Mateo Rodríguez Rámos), y Rodolfo (Ignacio Saralegui) son un grupo de amigos adolescentes – bueno, quizás El aguatero no tanto – que llevan el estigma de nunca haber jugado un solo partido en la liga infantil de futbol.
Por eso se los conoce como "Los suplentes". La cosa va de pandillas, y cada una de ellas lleva como estandarte la realización de un muñeco para la quema de fin de año.
Los suplentes tienen el suyo para esta noche, la del 31. Mejor dicho tenían, porque alguien se los robó. "En busca del muñeco perdido" es un coming of age, un film generacional, enmarcado alrededor de un viaje de aventura que se desarrolla durante un día. Si no se dieron cuenta que hay algo de "Los Goonies", miren el afiche. Los seis amigos van a unir pistas y visitar diferentes grupos para saber cual de todos es el que perpetró el crimen; y a cada paso que den la cosa se pondrá más y más disparatada.
El guion, escrito a doce manos entre Mauricio Aché, Jorge Alonso, Matías Fabro, Cristian Ponce, y ambos Saralegui escapa a cualquier atisbo de realismo.
"En busca del muñeco" bucea dentro de su propio universo, uno plagado de guiños, homenajes, y gags permanentes. El clima y la tónica con la que se presenta huele a película hecha entre amigos. Un mal que suelen tener este tipo de propuestas y al que esta película escapa, es el de ser también una cinta “exclusiva” para los amigos.
Jamás se subestima al público, maneja códigos internos, pero los abre para que todo sea disfrutable por el público más amplio. Desde la anécdota del Mono Burgos y Tapia, a Mortal Kombat, Daniel el travieso, Seven, o mitos populares; no alcanzan estas líneas para enumerar la cantidad de referencias insertadas en "En busca del muñeco perdido".
Plus, no suenan a referencias forzadas, siempre son en función de un guion que se estructura correctamente y por más parodia permanente – inteligentísima, de momentos muy avispados y originales –, nunca pierde el eje de su historia. El humor que maneja es lo más cercano a una caricatura.
Con diálogos absurdos, comedia física, ruptura de la cuarta pared, y personajes de lo más pintorescos; "En busca del muñeco perdido" no para un segundo hasta hacernos llorar de risa. Algo que suele suceder con comedias de este calibre, es que comienzan con timing acelerado, y no logran mantener el mismo ritmo parejo, alrededor de los tres actos. Otro logro para la dupla de directores y sexteto de guionistas, En Busca del muñeco perdido jamás decae.
Cuando creemos que la cosa ya se tranquilizará, aparece un nuevo grupo, nuevos chistes, y el chispeante ingenio continúa.
¿Más aciertos? Correctísima creación de personajes principales con características diferenciales, e inserción de secundarios. Una presentación de los mismos que es un deleite. Estilo Clase B deliberado y bien entendido que no engaña al público sino que lo usa a su favor en clave de humor. Actores con química que se divierten y nos divierten. Y el sumun de una resolución simplemente maravillosa.
Pocas veces una comedia se sostiene tan bien desde la primera escena hasta el último cuadro. "En busca del muñeco perdido", de Facundo Baigorri y Hernán Biasotti, encuentra la fórmula, y en el camino nos hace recordar por qué ser joven es la mejor etapa de la vida. Bravo.