En la mañana del 5 de febrero de 2014, el apacible barrio de Barracas huele a humo. La tragedia se había desatado y la tropa de bomberos acude. Rescata de las llamas papeles destinados al lavado de dinero, entre otros fines delictivos. Un frágil lugar resguardaba todo lo que no se puede mostrar de las empresas del mundo. Minutos después, los principales medios anuncian acerca del incendio intencional de Iron Mountain. El nombre nos resultaba desconocido, pero la sucesión de incendios de la marca alrededor del mundo totalizaba siete, incluyendo sus respectivos focos en Inglaterra, Francia, Italia y Estados Unidos. ¿Quién estaba detrás del crimen perpetrado? Durante meses se lleva a cabo una investigación respecto de la intencionalidad del hecho, no exento de daños colaterales. Cabe aclarar que, en ese fatídico, día fallecieron diez bomberos; mientras dos más, que habían participado de la operación de salvataje, decidieron acabar con su vida. La película se nos cuenta a través de la palabra de los familiares, y, a partir de ello, narra un modus operandi en búsquedas de responder una principal inquietud: ¿Cómo es enfrentarse al poder de turno? Con narración en off de Cecilia Roth, somos partícipes de la crudeza de una historia necesaria de ser visibilizada. El relato abunda en el proceso de investigación, en honesto ejercicio de memoria y pedido de justicia. Doloroso y siniestro resulta comprobar las complicidades que involucran al poder político y judicial. El desmantelamiento de recursos que sucedió a dicho proceso dice mucho del estado de corrupción que lo rodeara. Habiendo reunido indicios y pruebas, la causa no consigue avanzar. Paradigmas de país confrontados y luchas de intereses mediante, aquel pasado en absoluto lejano se espeja en el presente. Más tragedias siguen subyaciendo en nuestro territorio, casi una década después. Corría el año 2015 y un pueblo abogaba porque el caso ‘no quede en nada’, como tantos otros. El engaño a las víctimas que nunca escatima arteras maniobras. El documental, dirigido por el experimentado Jorge Gaggero (“Cama Adentro”, 2004) expresa, e intenta retratar, un momento histórico que sirve como herramienta para reflexionar en el hoy, sobre la mejor versión del país que buscamos.