La decepción posee diversas aristas
De una forma similar a lo ocurrido en la reciente Presencia Siniestra (Shut In, 2016), otro exponente de terror que tomaba prestados elementos de los relatos góticos, En el Ático (The Disappointments Room, 2016) es una propuesta que pretende abarcar mucho sin contar con las herramientas conceptuales para profundizar en aunque sea uno de los ítems del lote en cuestión, cayendo en el titubeo entre el drama psicológico sobre la pérdida, el suspenso de pulso claustrofóbico y la historia de fantasmas en sintonía con el J-Horror. Si antes teníamos a Naomi Watts y su “feminidad leve” como los ejes de una trama centrada en otro de esos clásicos descensos hacia la demencia que nos suele regalar el mainstream menos iluminado, ahora es Kate Beckinsale quien sigue el mismo camino pero volcando el diapasón de la faena hacia una entonación más aguerrida y menos frágil a nivel actitudinal.
La película a priori prometía mucho por la presencia detrás de cámaras de Wentworth Miller, conocido por su labor protagónica en Prison Break y por haber firmado el guión de la excelente Lazos Perversos (Stoker, 2013), de Park Chan-wook. En su segundo trabajo como guionista, a la par del también realizador D.J. Caruso, deambula perdido por los clichés sobre las casas embrujadas, el duelo, la histeria y zonas cinematográficas aledañas. En su defensa se podría decir que la edición de Vince Filippone deja mucho que desear: durante la segunda mitad los cortes se tornan demasiado tajantes y el film se llena de personajes supuestamente cruciales que van y vienen sin ningún background que justifique su rol/ cometido dentro de la obra en su conjunto, lo que en términos prácticos significa que se han eliminado detalles y segmentos generosos de la historia en pos de reducir el metraje.
En esta oportunidad nos volvemos a topar con el leitmotiv de la familia que se muda a una mansión apartada con el objetivo de superar un fallecimiento: Dana (Beckinsale) y David (Mel Raido) están sobrellevando la muerte accidental de su beba y no tienen mejor idea que trasladarse a un caserón, junto a su pequeño hijo Lucas (Duncan Joiner), para intentar reiniciar sus vidas desde cero. Por supuesto que la mujer eventualmente descubre una puerta oculta que da a la habitación a la que hace referencia el título original en inglés, un cuarto que no está en los planos porque se utilizaba para guardar “secretitos” en épocas no muy lejanas. De a poco Dana comienza a tener visiones acerca de los moradores anteriores de su flamante hogar, una familia encabezada por un juez que encerró a su primogénita por considerarla una “decepción” debido a su deformidad y una hipotética vergüenza pública.
Resulta increíble que Hollywood siga cometiendo el mismo error de concentrarse más en las acusaciones de locura hacia el personaje femenino que en proveer una dosis satisfactoria de tensión y sustos, sin tanto apuntalamiento de estereotipos y “drama de manual” que pueden resolverse al principio y en un puñado de minutos. El doble desliz de un desarrollo bastante pobre (hoy agravado por las inconsistencias -ya señaladas- de los secundarios) y un desenlace a las apuradas y muy derivativo (para esa altura el aburrimiento ganó la partida) reaparece nuevamente en un opus cuyo potencial ha sido desperdiciado. En el Ático logra posicionarse apenas por encima de Presencia Siniestra gracias al gore de algunas escenas, no obstante el convite deja un gusto amargo en la boca porque lo que podría haber sido un relato con ímpetu se disuelve en la indiferencia, la torpeza y la falta de identidad…