Tu cuento me suena
Tras el traspié de Nine, una vida de pasión (Nine, 2009), el realizador Rob Marshall entrega una nueva –y digna- película musical, esta vez consagrada al universo de los cuentos de los hermanos Grimm. En el bosque (Into de woods, 2014) mixtura los relatos de La Cenicienta, Rapunzel, Jack y las habichuelas mágicas y Caperucita Roja, y produce algo más que la suma de las partes.
Basada en el musical de Stephen Sondheim y James Lapine, En el bosque podrá no gustar a los más acérrimos detractores del musical cinematográfico (que los hay, los hay); podrá, incluso, separar las aguas entre los que aspiran a encontrarse con un producto eminentemente infantil y quienes creen que las fábulas, en tanto universales, pueden ser recicladas para el goce de los más grandes. Porque en En el bosque hay mucha, mucha, oscuridad. En tono paródico en algunos pasajes (nótese la secuencias con la actuación –nuevamente freak- de Johnny Depp como el lobo feroz), en tono más operístico en otras, la película de Marshall expone los deseos de los personajes centrales y poco a poco (con una segunda parte bien definida), se vuelve más “psicológica”, y también menos idílica.
Desde el comienzo, con los personajes cantando a viva voz sus objetivos, se suceden una serie de canciones que, ni aspiran al hitazo-a-lo-Disney, ni tampoco buscan la desmesura de Los Miserables (Les Miserables, 2012). Las canciones de En el bosque coquetean muchas veces con el absurdo, pero no se burlan de los personajes, sino que ofrecen toda su dimensión humana en melodías entretenidas. Más allá de los desniveles, se nota en el elenco la voluntad de estar a la altura de la partitura, con un trabajo sobresaliente en la pareja de panaderos que componen Emily Blunt y James Corden, quienes buscan tener un hijo pero nunca lo conciben. Hacia ellos se dirige la bruja mala (Meryl Streep, otra vez demostrando por qué es una de las mejores actrices del cine) y les ofrece la llave para romper con un viejo encantamiento. Desde allí, la trama se bifurca para entrecruzar los caminos de todos los personajes y enfrentarlos a un enemigo en común.
El apuntado giro que opera en el film como la lectura en clave más psicológica y realista (con todos los recaudos) invita a deconstruir el elemento fantástico de los cuentos de los hermanos Grimm, con temas tan contemporáneos –y a la vez eternos- como la disolución familiar y la pertenencia de clase. A diferencia de lo que pudo haber hecho Tim Burton, aquí la ambientación es discretamente ostentosa y los efectos especiales están allí, claro, pero no saturan la imagen, en donde sí se destacan el montaje y la puesta en escena. Hay que animarse a entrar a este bosque.