Ojos más grandes para verte mejor
Hubo una vez una pareja de panaderos (Emily Blunt y James Corden) que no podían tener hijos por culpa de un hechizo. La bruja que los maldijo (Meryl Streep) les prometió romper el conjuro si antes de que cayera la noche le traían del bosque una vaca, tan blanca como la leche; una capa, tan roja como la sangre; mechones de pelo, tan dorados como el maíz y unos zapatos color oro.
Decididos a revertir su suerte, el panadero y la panadera avanzaron cantando hacia el bosque. En ese lugar salvaje y dionisíaco, donde según los personajes se liberan todas las pasiones, los panaderos, protagonistas de la trama principal que hilvana los cuentos de Perrault y los hermanos Grimm (muchos provenientes de la tradición oral), se cruzan con Caperucita Roja (Lila Crawford) y el Lobo Feroz (Johnny Depp); Cenicienta (Anna Kendrick); Rapunzel (Mackenzie Mauzy) y Jack, el de las habichuelas mágicas (Daniel Huttlestone).
El austríaco Bruno Betellheim, un teórico freudiano que escribió sobre la influencia de los cuentos de hadas en la formación de la psicología infantil explicó algunas de las diferencias entre estas fábulas y los sueños. Por ejemplo, mientras que en los sueños, como ya lo había dicho el padre del psicoanálisis, la realización de los deseos está “disfrazada”, en los cuentos se expresan abiertamente. Los sueños son el resultado de las pulsiones que no encuentran alivio, en cambio, los cuentos de hadas toman el camino contrario y proyectan el alivio de todas ellas. Ofrecen, dice Betellheim, una solución "feliz".
La salida propuesta por En el bosque altera los finales moralistas de los relatos clásicos. A primera vista podrá parecer que una familia ensamblada; una princesa que rechaza llevar una vida de lujo en el castillo; un príncipe histérico, que seduce de manera compulsiva corrigen un final feliz más conservador para instalar uno nuevo, actualizado y con personajes supuestamente más humanos. El problema es que en la película de Marshall estos cambios no le alcanzan para presentarse como homenaje ni como parodia.
Distinto es el caso de Shrek, de Dreamworks, donde se trabaja claramente con elementos paródicos. En la misma línea, pero con resultados diferentes está Frozen, donde Disney trastoca el “vivieron felices para siempre” para ofrecer una versión actualizada: un amor despegado de la norma de la pareja heterosexual, donde las princesas Anna y Elsa son salvadas a través del amor fraternal. También en Maléfica, donde el cuento La bella durmiente está narrado desde el punto de vista de la villana (personaje ampliamente reeleborado), quien rescata a La bella con un beso de madre, que la redime de su pasado vengativo.
En todas estas películas los príncipes ya no son los únicos capaces de restablecer el orden y esta es una manera de reescribir los cuentos de hadas. No es una estrategia nueva y hasta puede pensarse al musical norteamericano como un antecedente para el cine que retoma estos tópicos, pero ciertamente la película permanece indecisa entre el respeto y la irreverencia y no se hace eco de esta conciencia más bufona.
La destreza vocal de los actores y los enormes trabajos de Streep y Blunt son, sin dudas, lo mejor de En el bosque. La música y letras del compositor Stephen Sondheim (el mismo de West Side Story o Sweeney Todd), ganador de multiplicidad de premios Tony, Pullitzer y Grammy, escritas en colaboración del dramaturgo James Lapine, ambos creadores de la obra y presentes en la película, no logran imponerse en esta producción que pretende más de lo que entrega.