Con gran atino y vertiginosidad en la cámara, Walter Salles logra capturar el espíritu de la generación beatnik, que impactó en los años cincuenta del siglo pasado, en su ambiciosa adaptación para la pantalla grande de “En el Camino”(Brasil, Francia, UK,USA, 2012) de Jack Kerouac.
La película narra el viaje iniciático del escritor Sal (Sam Riley), quien luego de la muerte de su padre acepta atravesar los EE.UU junto a Dean Moriarty (Garet Hedlund), un joven amante de la vida al límite y los excesos. Junto a ellos también viajará Marylou (Kristen Stewart que intenta despegarse con su desprejuiciada interpretación de la saga teen “Crepúsculo”), mujer de Dean, una desinhibida y exploradora del mundo y los placeres que rápidamente se convertirá en el objeto de deseo en silencio de Sal. La ruta es el escenario ideal para que este trío conozca a gente y “tendencias” que rápidamente incorporarán a sus propias vidas.
Sal (personaje que representa al propio Kerouac) se deja llevar por la irresponsabilidad de Dean (“soy capaz de hacer todo al mismo tiempo”, dice en un momento) pero nunca pierde el objetivo de su vida que es escribir. Así, cualquier hoja que cae en sus manos terminará convirtiéndose en aquel espacio para que nada se escape de la travesía y todo quede registrado para cuando en el futuro decida armar el diario de viaje. El estado de ebullición de esta generación que comenzó a incorporar culturas y ritmos musicales provenientes de otros sectores sociales (como el jazz o el mambo, solo para citar algunos) es destacada por Salles en las caras de asombro cuando por ejemplo el grupo de amigos del trío habla con algún escritor o cuando ingresan a un club nocturno a bailar el clásico “Salt Peanuts”.
Hacer el amor al lado de los hijos, trabajar en una plantación de algodón para poder continuar con la vida libre en el camino, hacer dedo, ser pequeños ante la inmensidad del paisaje y la desolación de la ruta, experimentar con peyote en México, enfermarse casi hasta la muerte y disfrutarlo, todo esto y mucho más pasa por la pantalla.
Pero el trío no está solo, lo acompañan un grupo de personajes secundarios que se irán sumando y complicando la trama para bien o para mal (Viggo Mortensen, Kirsten Dunst, Amy Adams, Alice Braga, Elisabeth Moss, etc.) desnudando el Estados Unidos profundo y mostrando sus miserias y particularidades. Independientemente que se puede objetar algún exceso en la caracterización de los protagonistas (Sal muy ingenuo hasta que Dean lo inicia en TODO lo que lo pueda iniciar, por ejemplo) el espíritu de la novela està intacto en estos nómadas sin destino deslumbrados por “la pureza del camino y la línea blanca que se aferra” entre ellos, tal como dice Sal en algún momento.
La película atrapa por su trabajo sobre la disrupción de la linealidad del relato apoyándose en la B.S.O. creada por su asiduo colaborador Gustavo Santaolalla. Esto también hace que muchas de las secuencias tengan mucho más peso por el impacto musical. Película esencial para comprender una generación que evitó comprar el American Way of Life y los WASP y que afirmó que “que no hay un tesoro al final del arco iris, solo mierda y pis”. “En el camino” se destaca por la pasión y las buenas interpretaciones.