Una odisea densa pero no menos pintoresca.
En toda obra se encuentran las vivencias de quien la concibe. Este necesario entender este concepto para apreciar la nueva película de Walter Salles, director de Diarios de Motocicleta, que adapta (a través de un guion de José Rivera, escriba de esa película) la obra de Jack Kerouac, nombre clave si los hay en la generación beat. El titulo a ser reseñado es denso y exigente con la paciencia del espectador, pero no sin motivos.
¿Cómo está en el papel?
Hay dos maneras de ver el argumento de esta película. Por un lado sería la historia de un joven escritor, y como cambia su vida cuando se embarca en un viaje con el nuevo amigo que conoce y su mujer. Por otro, sería la historia de un joven escritor que desea escribir un libro y toda la película son las vivencias que experimenta para poder escribir ese libro.
Aunque ninguna de las dos perspectivas están erradas, la primera trata de contestar el de que se trata la película en pocas palabras, aunque en realidad es solo una de las historias. La segunda perspectiva es el modo más acertado de definir de qué se trata esta película, pero a primera vista eso puede llegar a sonar muy esotérico.
El desarrollo de la historia es bastante denso, plantándose como un gran desafío a la paciencia del espectador. Los personajes experimentan conflictos episódicos sin seguir un conflicto general y enganchan al espectador, más que nada, por las reflexiones y las complejas interrelaciones que existen entre ellos. Se trae, muy de vez en cuando, el tema del libro que está siendo escrito como tratando de recordar que esta desorganización tiene un por que, pero la falta de un hilo narrativo concreto se siente y contribuye a la lentitud del relato. No obstante, el guion ofrece un rico tratamiento de personaje. El espectador llega a conocer sus tics, sus alegrías, inquietudes y desgracias. ¿Cuánto tendrán que ver con los escritores en los que se inspiran? Ese es un detalle que se lo reservo a aquellos mas versados con la historia y la literatura beat.
¿Cómo está en la pantalla?
La película tiene un tratamiento casi documental en sus puestas de cámaras, con bellas composiciones que parecen una postal de cada parada que toma el personaje en su viaje. La iluminación, que hace énfasis en los colores cálidos, está tratada con razonable realismo, al punto que uno llega a pensar que casi ni se uso iluminación artificial.
Por el costado actoral está muy bien. Sam Riley, como el escritor protagonista, entrega un trabajo muy digno. Pero el que se roba la película es Garrett Hedlund, quien hace un despliegue actoral lo suficientemente destacable para que se lo deje de ver como el pibe de Tron: Legacy. Para Kristen Stewart no tengo criticas; es mas, me quedo demostrado que la querida Pokerface encaja mejor con este tipo de películas. Se la ve fresca, natural, sincera, pertenece en esta historia.
Párrafo aparte merece la memorable participación especial de Viggo Mortensen, en el rol de un escritor inhalador de veneno para insectos, obviamente inspirado en William S. Burroughs.
Conclusión
Una pintoresca película, brillantemente actuada, pero que plantea un desafío a la paciencia del espectador por su inusual –aunque justificado– mecanismo narrativo.