MOVIMIENTOS Y RUPTURAS
En el cuerpo, de Alberto Maslíah, encara con singular destreza esta integración entre la danza y el cine, documentado con rigor como un proceso que va mostrando sus distintas facetas y dificultades, generando un híbrido saludable aunque por momentos un tanto errático al que la hora le resulta un tanto corta. Sin embargo, esa ligereza en la extensión, la banda sonora y la atención puesta sobre las coreografías lo hacen un relato cuyo concepto en torno a la más reciente dictadura cívico-militar no pasa desapercibido. Precisamente, es allí donde el film encuentra su elemento más subversivo y liberador ante lo opresivo de la temática sobre la cual profundiza.
Más allá de las partes de danza que componen el guion sobre el cual se sostienen aristas sociales del proceso político que representa, se trata de un film al que podríamos dividir en dos a lo largo de todo su metraje: por un lado el exhaustivo proceso realizativo y por el otro el fruto de esos ensayos, la obra en sí. Esta división se encuentra trabajada desde la dirección con una elección estética frecuente en documentales donde se muestra el ensayo y luego la obra representada, el ensayo en blanco y negro con un registro directo del sonido y tomas largas, casi sin cortes, frente a aquello que es el producto de los ensayos. Allí, además de las danzas y las coreografías, juegan un papel importante la banda sonora en off, el montaje, los planos detalle e incluso hay referencias directas a subgéneros como el thriller de espías en partes como “persecución”. Sin embargo, todo este artificio no afecta la naturalidad con la que se da lo que vemos en los ensayos, con un grupo compacto que entrega con el cuerpo elementos que realzan la narración sobre la cual se sostiene el film.
Al ver En el cuerpo, sin embargo, surge una pregunta y es si realmente el film encuentra el espacio en los ensayos para oficiar de antesala a cada una de las partes interpretadas que vemos en pantalla. Si bien no se puede negar el valor de estos documentos, lo cierto es que apenas resultan viñetas que aparecen aisladas, cuyo desarrollo es limitado y superficial. Vemos la problemática en torno a la utilización del predio, momentos aislados en que seguimos a algunos de los intérpretes y sus problemáticas (no es un detalle menor la apuesta inclusiva de miembros que se encuentran en sillas de ruedas) y la dinámica que se da en algunos de los ensayos, pero uno sospecha que esto escarba apenas la superficie de un proceso más rico que se intuye parcialmente fuera de campo. Esto da al film en su conjunto un tono de incompletitud que no afecta a las coreografías que se interpretan pero si a los elementos testimoniales que harían más rica la singular experiencia de realizar esta película.
En todo caso, En el cuerpo no deja de ser una experiencia liberadora que más allá de un guion confuso nunca pierde la fuerza del subtexto que la atraviesa: el cuerpo como un elemento rebelde y subversivo ante el retrato de un periodo histórico gris y opresivo, dando una cuota de esperanza y un elogio de la danza.